Todos podemos tener este tipo de conducta bajo determinadascircunstancias, en ciertos entornos y ante ciertas publicaciones que puedendespertarnos sentimientos encontrados o pueden herir nuestra susceptibilidad.

No obstante, existen determinados individuos que sonverdaderos expertos en provocar y enervar, herir y ofender a los demás. Losprofesionales de la web tienen la tarea de detectar ciertos comportamientosofensivos o agresivos y decidir cuándo es correcto borrar, anular o bloquear aciertos usuarios. A veces el objetivo es lo contrario, dejar estas conversaciones fluir ensu propio beneficio.

Unos de los casos más analizados en los últimos años, es elde las noticias. Verdaderas batallas verbales se disputan entre quienesdefienden el modelo político actual y sus detractores. Los niveles deagresividad, los comentarios malintencionados, y los expertos provocadores deambos lados son moneda corriente. La lista de comentarios es infinita, lasdiscusiones nunca terminan, los niveles de agresión simplemente no tienenlímites, pero ¿Quién gana en esta discusión? El medio, claramente.

Los medios digitales tienen como principal fuente de ingresos lapublicidad, y el costo de esta sube o baja de acuerdo a la cantidad de lectoresque se tienen. Actualmente, no se ha encontrado la forma de generar ingresos similares al de las tiradas en papel, por tanto estas discusiones eternas decomentaristas debajo de cada noticia hace que la cantidad de entradas se multipliquen y los precios de la publicidad suban.

Chicos, graciaspor pelear!

Agresiones, críticas malintencionadas, burlas y chisteshirientes, todo eso podemos hacer contra otra mujer, acaso ¿no eran los hombresquienes lastimaban nuestros sentimientos? Ya no, en el ciberespacio la lógicaes diferente, el simple hecho de que una persona (famoso o no) decide exponersu imagen, impulsa una serie de críticas hacia su aspecto físico, suscreencias, opiniones, éxitos o fracasos, todo es válido a la hora de agredir.

Uno de los casos más estudiados es el de la revista Oh La Lá.Comentarios tales como “cara de malco permanente”, “chorreas grasa”, “felinodesteñido”, “sobreviviente del tsunami” son moneda corriente. Sólo basta mirarcualquiera de sus notas para descubrir que el ingenio destructor de autoestimafemenina no tiene límites. Está claro que no es posible unificar criteriossobre gustos y opiniones, pero los niveles de crueldad aumentan cuando quienesse esconden detrás de un teclado se creen con derecho a agredir sin medir lasconsecuencias que esto genera en el otro, no queda claro si es ésa la intencióno simplemente no se tiene en cuenta esa posibilidad.

Si hablamos de Redes Sociales las cuentas de cantantes yactores famosos son un espacio donde haters y lovers interactúanconstantemente. Muchos, como es el caso de Justin Biever dicen simplementeignorarlos, otros como Taylor Swift han manifestado públicamente y a través desus canciones que “si te molesta y te irrita que sea yo misma, voy a ser yomisma más seguido”, después de intentar en vano entender por qué a ciertaspersonas todo lo que hacía les parecía mal.

Cuando quieras criticar, pensá nuevamente que detrás de esa foto, videoo post hay una persona, no porque decida exponerse públicamente tenemos derechode exponer sus defectos físicos y emitir juicios sobre sus pensamientos. Aquídebemos plantearnos lo siguiente: si la tuviera frente a mi, ¿tendría lasagallas de decírselo en la cara?

La mayoría de las veces no podríamos, no dejesque la impunidad del ciberespacio anule tus valores.

Si te molesta e irrita la agresividad y necesitas haceralgo, aportá comentarios positivos, los cambios empiezan desde uno.