Estimados lectores, aquí estoy nuevamente para seguir relatándoles como comenzó mi travesía en bicicleta.Ya la decisión estaba tomada, la idea era hacer Rosario - Colombia yasí comenzó...

Debo admitir que desde mis 12 añosnosubía auna bicicleta, ya habían pasado 11 años,aunque siempre fui deportista, estaba entrenado para tal aventura, luego me dí cuenta que había que entrenar el triple sobre una bicicleta para lograrlo.

Mi mayor obstáculo no fue ni la distancia, ni la ruta, ni la soledad, ni nada de eso que se piense, la mayor traba fue que alguna empresa Argentina me sponsoreara, algo que es parecido en mi país, a la ciencia ficción.

La falta de credibilidad ante las empresas, el ser no conocido, y un denominador común que era, no vas a llegar. ¡Ufff! Imaginen el entusiasmo que te transmitían, pone a prueba tu temple y fortaleza, mucho más aún cuando contaba que la bicicleta en la que me iba, no tenía marchas nicambios,era de paseo. Hasta la empresa que me la obsequió, la miró de reojo cuando me la llevé. Y bueno, con ese cóctel de negaciones, comencé mi sueño.

Me entrenaba todos los días en la ruta, iba hasta una ciudad llamada Casilda, a 50 km. de Rosario, 100 km ida y vuelta, con la bicicleta cargada con sus alforjas, de la misma manera en la que iba a partir, lo hice durante 5 meses, no bajé mucho el tiempo, pero me acostumbré a estar sentado y pedaleando 4 horas.

En un viaje en bicicleta, no se pasa a nadie, todos te pasan y allí te das cuenta lo despacio que vas. La clave era una sola, paciencia. La paciencia es la medida del carácter.Además la bicicleta fue la antesala de mis viajes en motocicleta, que manejaba desde mi adolescencia.Una semana antes de partir, me hicieron una nota en el diario local, mi padre la leyó en el almuerzo, me miró y me dijo: Pero entonces es cierto que te vas?

yme dí cuenta que hasta que no salí en el periódico, no me creían.

Y allí partí una mañana de sol, desde el Monumento Nacional a la bandera, estaban mis padres, un puñado de amigos, el intendente, curiosos y la banda que toco el himno. Me despidieron con aplausos y llantos, como si me fuera Vietnam.A los 100 metros de salir…pinché mi primera rueda, pensé, este viaje va a ser extraño.

Digamos que me fui entrenando durante el viaje, los automovilistas que se ponían a la par me preguntaban donde iba, algunos me hacían el gesto de locura, con el dedo en la sien, y otros me alentaban con un entusiasmo desmesurado, mi objetivo primordial, eran hacer esos 80 o 100 km. diarios, lo logrereciénal mes de viaje.

Llevaba ahorros míos, dinero que me obsequiaron mis padres, otro tanto que me regalaron mis amigos, una carta de recomendación de la intendencia, para presentar ante cónsules, intendentes, presidentes si se daba, que me fue muy útil, una gorra que me regalo la mayor empresa de elementos para Turismo aventura, sí, leyó bien, una gorra solamente, y un palo borracho bonsái, para plantar en Colombia, que me regalo un vivero.

Algo de ropa, repuestos, carpa y nada más.

Pero bueno, yo ignoraba, que viajaba con un as bajo la manga, impensado, ni planeado, esa era mi bicicleta.Mi bicicleta era como un imán para la gente, yo la había equipado de tal manera que llamaba la atención. Si paraba al lado de 10 Ferrari, la gente se sacaba fotos…con la bicicleta, y eso desde ya, me abriría miles de puertas...