La imagen personal es el reflejo de nuestra personalidad y de las cualidades que fuimos adquiriendo a lo largo de nuestras vidas. Es un conjunto de factores, no sólo la indumentaria que nos podamos poner, sino una serie de elementos entre los cuales tenemos al maquillaje, los colores, los accesorios, el cabello, la forma de movernos, el lenguaje verbal y no verbal, la voz, el tono y su modulación.
Somos una sumatoria de detalles, los cuales nos definen y cuentan quienes somos. Nuestra imagen es muy fuerte y todo en su medida forma parte de nuestro propio equilibrio. Nuestro equilibro se divide en un 50% de nuestro bienestar interno y en otro 50 % de nuestro bienestar externo, hay que prestarles mucha atención.
Cuidar de nuestra imagen personal hoy en día es un valor agregado, tanto para nuestra vida personal como en las actividades laborales, donde hoy la imagen pasó a ocupar un lugar relevante en el mercado laboral. Hacer marketing personal es vernos como un producto con un valor en el mercado, cosa que no nos gusta nada a nosotras las mujeres.
Pero es un punto interesante, porque nos obliga a mirarnos desde otro foco, conocernos bien a fondo, evaluar fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas para mostrarnos a los demás con nuestra mejor cara, para lo cual hay que resaltar nuestros puntos fuertes.
Construir una imagen personal atractiva hacia nosotras y el mundo es todo un desafío pero tenemos que permitirnos correr el riesgo... ¿Qué puede pasar?: encontrarnos con nuestra mejor versión.
La imagen personal la creamos a partir de todos los elementos de comunicación o indicadores que demostramos en nuestro vestuario, en como miramos, en los gestos, en nuestra manera de hablar, de escribir, de responder un mensaje, como actuamos.
La misma se construye poco a poco y todos los detalles cuentan. Para potenciar tu imagen personal tenés que tener un equilibrio entre los canales de comunicación, las condiciones físicas, el aspecto exterior, la indumentaria, los gestos, el tono de voz y su modulación.