Durante la 41º Cumbre del Grupo de los Siete (G7) llevada a cabo el pasado 07 de junio en el estado de Baviera, al sur de Alemania, los líderes de los países más industrializados del mundo han llegado a un acuerdo al proponer metas desafiantes a sus economías: se busca reducir el porcentaje de emisión de CO2 y eliminar gradualmente el uso de combustibles fósiles, en beneficio de la utilización de recursos energéticos más limpios y renovables.

Sin lugar a dudas, la cuestión ambiental era una de las varias razones por las cuales, en paralelo a la Cumbre, se había desarrollado una movilización multitudinaria en contra del Grupo.

Parece ser que los líderes no han hecho oídos sordos a esta cuestión y han decidido llevar a cabo la adopción conjunta de estas medidas o, por lo menos, han demostrado interés en concretizar este cambio tan necesario para la protección de nuestro medio ambiente. Cabe señalar que esta declaración sucede a menos de dos meses del Foro de Innovación Sustentable (SIF 15) a realizarse en la Conferencia de las Partes (COP 21), en el marco de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), en Paris.

Sin embargo, no sería la primera vez que estos países realizan declaraciones con estos objetivos pero luego, a la hora de ratificar tratados de protección del medio ambiente o de reducción de CO2, no se comprometen realmente con la causa.

El mayor ejemplo de esto sería el caso de Estados Unidos, quien a pesar de haber firmado Protocolo de Kyoto sobre cambio climático no lo ratificó.

A su vez, el uso del carbón, a pesar de su carácter nocivo, sigue creciendo debido a sus inmensas reservas mundiales, siendo que China, Estados Unidos, Rusia, India y Australia son los mayores productores de carbón en el mundo.

Finalmente, los países del G7 deberán contar con el apoyo de otros grandes consumidores de energía como lo son, por ejemplo, Brasil, India, Rusia y China para que estas propuestas tengan un real impacto y no queden en simples manifestaciones de deseos.