Para llevar adelante un hogar sustentable económicamente, se hace imperioso el trabajo fuera de casa de ambos progenitores. Como consecuencia, la calidad de los alimentos que se consumen suele verse condicionada, no tanto por sus valores nutritivos, sino por la rapidez con que se los puede preparar.

En la lista que llevamos al supermercado, predominan los alimentos enlatados, semicocidos, congelados y envasados. Si tenemos niños, abundan los paquetes de cereales cargados de azúcar y colores, golosinas para entretenerlos, y las instantáneas "patitas".

Aún con todo "semilisto" en casa, solemos vernos en la necesidad de llamar a un delivery para ahorrar un poco de tiempo, que nunca sobra y siempre falta, en el que el valor nutricional no tiene demasiado lugar.

En el caso de que seamos de los que optamos por vivir en una ciudad pequeña, quizás la falta de tiempo nos haga olvidar los beneficios para la alimentación que vienen incluidos con nuestro lugar de residencia.

Por el interior de la provincia de Misiones, basta con visitar las Ferias Francas, donde los productores traen directamente del campo, productos frescos y naturales. Suelen haber productos elaborados, como panificados, quesos, yogures, así como envasados, todo esto sin conservantes y hechos con materia prima de una calidad exquisita: artesanal y casero.

Encontramos también carnes, con la garantía de no poseer hormonas de crecimiento o ablandadores tan dañinos para la Salud.

Incluso si decidimos incorporar frutas y verduras, se hace necesario controlar su calidad alimenticia y origen. Muchas de las frutas y verduras que más consumimos, como el tomate y las manzanas, vienen de estar conservados y madurados artificialmente en cámaras de frío.

Como resultado, ya no aportan valores significativos de nutrientes a nuestra dieta, sumado el uso de pesticidas y productos agroquímicos, que aunque aportan tanta belleza y perfección no natural al producto, restan considerablemente en bienestar y salud.

Nuevamente, si recorremos los mercados locales, podemos optar por frutas de la zona, que siempre van a ser frescas, aunque quizás menos atractivas y brillantes, pero totalmente compensadas en vitaminas y sabor.

Como si esto fuera poco, con algo de interés, podemos seleccionar frutas autóctonas que nos aseguran un adecuado nivel de nutrientes aptos para la zona en la que residimos. Tenemos el ejemplo del kaki, riquísimo en vitamina E (antioxidante) o el mamón, o papaya, con alto contenido en vitamina A, así como fibra natural que ayuda a nuestro organismo de manera maravillosa, con la adición no menor, de ser sabroso. Encontramos otras maravillas como la mandioca, o yuca, que reemplaza perfectamente a la papa, y con cuyos derivados, como el almidón, se producen exquisiteces regionales. También podemos encontrar aditivos maravillosos para nuestra buena Nutrición, como la miel de abejas, la miel de caña y el azúcar integral, la cual es cada vez más recomendada como sustituto del azúcar blanca, por su alto contenido de minerales y por generar menos procesos de fermentación a nivel digestivo combinado con otros alimentos.

Sí, la alimentación saludable requiere de un poco más de dedicación y tiempo del que podemos darle con un trabajo full-time, pero con al menos añadir una o dos visitas semanales a los mercados locales y adquirir productos frescos y artesanales, podemos compensar los alimentos que tengan menor aporte nutricional y así, disfrutar de una dieta más equilibrada y plena, acorde a nuestras necesidades físicas particulares.