Daniel Angelici y Rodolfo Arruabarrena entraron cabizbajos a la conferencia de prensa y no era para menos. El presidente y el director técnico, respectivamente, del Club Atlético Boca Juniors no pudieron ocultar su descontento con los incidentes ocurridos en la Bombonera en el partido de vuelta por octavos de la Copa Libertadores contra River Plate. Los rostros de ambos dejaban ver lo avergonzados que estaban.
En primera instancia, la conferencia la daría Arruabarrena al mediodía después del entrenamiento. Luego decidió cancelarla y Angelici sería el encargado de enfrentar a la prensa.
Los periodistas aguardamos pacientemente bajo el sol, afuera del predio de Casa Amarilla, mientras desde el club no sabían precisarnos cual sería el horario definitivo. Recién a las 15 obtuvimos la respuesta: el presidente junto al técnico hablarían en media hora.
Cuando Arruabarrena ingresó seguido por Angelici, el clima se tornó espeso; lo único que se escuchaban eran los clicks de las cámaras fotográficas, como si en lugar de una conferencia de prensa sobre lo que pasó fuesen a anunciar una fatalidad. Al principio, comenzaron explicando lo avergonzados que se sentían frente a este hecho de violencia ocurrido en "su casa". Ambos coincidieron en los perjuicios que le generan al club acontecimientos de esta talla, ya que no sólo tendrá un impacto negativo a nivel local sino también en el plano internacional.
Arruabarrena contó que lo primero que hizo luego del ataque a los jugadores de River fue hablar con el árbitro y pedirle que suspenda el partido. Fue extraño que haya dicho eso teniendo en cuenta lo siguiente: el plantel de Boca se formó varias veces en el campo de juego y nunca se pusieron los buzos como suele hacer cualquier jugador que piensa retirarse del campo ante una situación así.
También agregó: "lo que más me importaba era la salud de los jugadores". Entonces... ¿Por qúe tardó más de cuarenta minutos en acercarse al banco visitante?
Por parte de Angelici, entre muecas de desaprobación y bronca, todo fue un mero pedido de disculpas institucionales. Sus expresiones faciales acompañaban cada palabra cargando sus frases con dramatismo, como si fuese una víctima más.
Destacó algo que es cierto: fue muy raro que los acontecimientos se hayan suscitado antes del comienzo del segundo tiempo con el marcador en cero para ambos equipos. Recalcó que Boca se presenta como querellante en el asunto; otra vez, habló como si las cosas que sucedieron hubiesen ocurrido en otro lado y no en el club que preside. Más allá de esto, el dirigente xeneize afirmó que iban a tomar cartas en el asunto para encontrar a los culpables y pidió que quienes pudiesen aportaran datos. El dato a destacar es que a los partidos de Boca ingresan sólo los socios y los barras en su defecto, por lo cual no debería ser una tarea tan ardua encontrar a personas que concurren casi siempre al estadio desde hace años y es, de seguro, alguien registrado en las bases de datos de la institución.
Todo dejó sabor a poco. Se le permitió preguntar sólo a cinco periodistas y, por respeto, nadie fue lo suficientemente punzante como para destacar, por ejemplo, cómo ingresó un dron de 1.100 dólares a la popular del estadio. Fue una conferencia en la que no no se dijo mucho y demostró que alguien necesitaba lavar sus culpas.