Existen cartas míticas en lahistoria de la literatura. La correspondencia entre escritores podría generartantos tomos interesantes como sus propias obras. Sin embargo, de entre todasesas misivas, hay una que se ha teñido con los años con un aura de leyenda quela había vuelto casi mítica. De hecho, durante mucho tiempo se consideróperdida pero no ha sido así.
Se trata de la carta de dieciochofolios que Neal Cassady a Jack Kerouac en 1950. En ella un Neal completamentepasado de anfetaminas describía su visita a Denver, la ciudad de su infancia y pordonde vagaba su padre, ese fantasma solitario alcoholizado.
Jack Kerouac estaba en aquellosmomentos empezando a escribir la que sería su novela más universal, En lacarretera. La carta de Neal supuso para él una revelación de tal calibre quevolvió atrás, reescribiéndola y buscando un estilo de prosa más automática ycercana a la locura anfetamínica de su amigo. El resultado es por todosconocido, el famoso rollo de teletipo de treinta y seis metros escrito enapenas tres semanas donde Kerouac plasmó la que sería su obra maestra.
Kerouac le prestó aquella carta aAllen Ginsberg quien, a su vez, se la prestó a un amigo que vivía en una casaflotante. Entonces se le perdió la pista y el propio Kerouac estaba seguro deque la misiva se había perdido para siempre.
Todavía, poco antes de morir, selamentaba diciendo que, de haberse conocido esa carta, Cassady habría pasado ala historia como uno de los mejores literatos contemporáneos Sin embargo, 60 años después lacarta apareció y se ha puesto a subasta junto a otros escritos de E. E. Cummings,Robert Pean Warren y otros grandes escritores del siglo XX.
La subasta se llevará a cabo elpróximo 17 de diciembre y la carta de Cassady, que sería inmortalizado en Enla carretera con el nombre de Dean Moriarty, ha despertado una inusitadaexpectación entre todos los conocedores de la literatura de la beat generation,que la consideran prácticamente un texto fundacional y trascendental en eldevenir los textos posteriores.