La sangre de los arboles indaga en la relaciones de parentesco y los vínculos afectivos de dos mujeres enfrentadas, cercanas y distantes, que esperan impacientes el resultado de un test de ADN para comprobar si son o no hermanas. Bajo la maravillosa dirección de Luis Barrales Guzmán, la obra sorprende en interpretación y estética. Este director chileno consagrado en su tierra, autor de éxitos como “Hp (Hans Pozo) y “Las niñas arañas”.
Ambas actrices llevaron la idea del proyecto a Barrales, quien lo transformo en una puesta notable e interesante tanto en texto como en la forma de plasmarla sobre el escenario.
Algo recurrente en varios directores chilenos es indagar en su pasado político y social, y esta obra no escapa a esa premisa pero si lo expone de manera sutil. El texto sobresale con pasajes poéticos y abstractos, confrontando con lo social en la trama.
Con una escenografía despojada, tan solo una mesa de vidrio con una luz por debajo que impacta visualmente, un par de sillas altas, un microscopio y un cuaderno de estudio. Complementa la escenografía y la acción de ambas actrices, la virtuosa cellista Ángela Acuña que brinda clima y enfatiza las escenas con su música en vivo.
Un dicho coloquial es que el talento salta generaciones y para ser que dicha regla se puede aplicar a Juana Viale. Su crecimiento interpretativo es notorio, alejada de sus interpretaciones comerciales y televisivas de años interiores, se la nota más solida, expresiva y ajustada en su personaje.
Cual pasa por distintos matices con un surtido de opuestas emociones donde la actriz resulta convincente y certera sin ser opacada por su contrafigura la uruguaya, Victoria Césperes, quien posee una calidad interpretativa natural y fresca, transita de manera perfecta los momentos dramáticos y cómicos de la pieza teatral.
La obra resulta movilizadora, alejada de lo comercial es un buen ejemplo de Teatro chileno para descubrir en la cartelera porteña. Se presenta de jueves a domingo en el Teatro Picadero, Pasaje Santos Discepolo 1857.