Richard Prince es la persona quepuede robar tus fotos y hacerse rico con ellas. Este  artista se vale de Instagram para llevar acabo sus “obras de Arte”. Imprime las imágenes en gran tamaño, las modificamínimamente y voila! Como resultadonace su colección New Portraits, quefue expuesta en una galería de Nueva York . Cada foto está volarada en 90.000dólares.

Prince lleva tiempo en esto de laapropiación de imágenes ajenas. Comenzó a principios de los años 70, cuandofotografiaba anuncios y revistas. De hecho alcanzó la fama tras re-fotografiarla famosa imagen del cowboy de Marlboro tomada por Sam Abell.

En el 2011, el fotógrafo PatrickCariou le denunció por copiar una sesión que hizo a rastafaris jamaicanos.Prince consiguió salir airoso. El artista estadounidense alegó que lasfotografías habían sido modificadas, conlo que no se podían considerar plagio.

Es cierto que los artistas senutren del mundo que les rodea y, a partir de ahí, hacen su propia interpretaciónmodelando esa realidad. El tema es que Prince apenas modificó las imágenes. Añadirun comentario o a veces -en algúnmomento de inspiración total- un emoticono en la parte inferior de la imagen,le ha permitido volver a salirse con la suya.

No sólo Prince utiliza imágenes ajenas. Andy Warhol manipuló una fotografía de MarylinMoroe para crear la archiconocida serie Marilyn.

Nadieduda de que Warhol fue el precursor del pop art y que su arte fue muy innovador. Apesar de esto, ni siquiera él se libró de los juzgados. La fotógrafa PatriciaCaulfield le denunció por usar sus fotografías en la serie Flowers.

Otro ejemplo es el artistacontemporáneo Lucas Leviatán. Leviatán, como Warhol, hace uso de la creatividady consigue crear imágenes verdaderamente ingeniosas a partir de fotos, en muchoscasos, comunes y simples. 

No se sabe cuál es el mensaje quePrince quiere transmitir con su “arte”. Lo que está claro es que ha conseguidoreabrir el debate: autoría vs autenticidad. ¿Dónde termina la apropiación y comienza el robo?