Hoy en día no dejamos el celular ni un segundo, ni para ir al baño, mucho menos a la hora de dormir. Lo tenemos siempre al alcance de nuestras manos, como si despojarnos de él fuera despojarse de una parte de nosotros mismos. Las luces de la pantalla, no solo de los teléfonos, sino también de todo artefacto electrónico. Estas luces, hacen disminuir los niveles de melatonina, acortando el descanso y haciendo que cada uno de nosotros entremos en una fase alerta en la que nos es imposible poder dormir.

Es imprescindible para nuestro bienestar, que para cuando nos acostemos a dormir, hayamos disminuido la actividad con estos objetos.

Preferiblemente unas horas antes de dormir, o tratar de dejarlo fuera del dormitorio. Así el cerebro puede adecuarse a su ritmo, sin producir una híper excitación, para poder alcanzar el sueño reparador. Que solo se puede obtener con sesenta minutos ininterrumpidos.

Lo más seguro es apagar el celular, e incluso dejarlo lejos de nuestra cama. Si en las noches el teléfono suena o vibra va a modificar nuestro sueño, y eso no nos va a permitir alcanzar una buena calidad de descanso.

Para muchos es una costumbre dormir con el teléfono prendido bajo la almohada o al lado de la cama. Pero las ondas electromagnéticas además de causar tumores cerebrales a largo plazo, provocan afecciones neurológicas más inmediatas, que han sido comprobados.

El problema radica porque los celulares no entran en reposo, salvo que se apaguen. Continúan activos. Por las noches, si está en la cama, todo esto ocurre a unos escasos centímetros del cerebro de quien duerme.

La actividad del teléfono celular, aun si se encuentra a 20 centímetros de la cabeza, puede causar aumento del consumo de glucosa modificando la producción de neurotransmisores, lo que a su vez provoca dolores de cabeza constantes, disminución del rendimiento académico y síndrome de fatiga crónica.

El uso en la cama perturba nuestro reloj biológico, se nota claramente en el comportamiento. Si se revisa el celular, o la laptop, arriba de la cama, el cerebro puede que entienda que es momento de trabajar o interactuar en vez de sólo dormir. El hipotálamo, es el que se encarga de este reloj, no sabe diferenciar si ese impulso de luz que recibe procede del sol o de un aparato artificial.

Esas luces o los sonidos si no se silencia el aparato, también ocasionan micro despertares, haciendo imposible conseguir la fase de sueño REM, que es la más intensiva, que sólo podemos alcanzarla con 60 minutos de sueño inalterable. Esta fase es cuando el cerebro analiza la información recibida durante el día y resguarda lo importante, aquí se fortalece lo que aprende. Usar excesivamente los teléfonos celulares podría perturbar espacios específicos del cerebro, aunque su uso descienda a 50 minutos al día.