La imagen de los dólares en las cajas de Florencia Kirchner, viralizada hasta el hartazgo de la mano de los medios hegemónicos, ha desatado, como era de esperarse, la indignación en masa.

Almargen de que fuera patrimonio declarado y en su mayoría proveniente de la sucesión posterior a la muerte de Néstor, no voy a entrar en ningún tipo de defensa hacia su persona. Por el contrario e intentando mantener coherencia con mi pensar y decir, sostengo en este caso como en todos, que la injusta distribución de riquezas es uno de los principales motivos del mísero presente en el que estamos inmersos.

Y cuando digo mísero no me remito solo a cuestiones materiales sino a nosotros como raza.

Pero,también en coherenciacon mi mirada de siempre, me resulta imposible no revisar cuán a merced estamos de quienes deciden en qué debemos pensar, de qué debemos quejarnos, por qué debemos indignarnos y a quiénes debemos redimir, por connivencia u omisión.

Si la foto del dinero de Florencia despertó la ira que despertó me pregunto qué sucedería si nos mostraran, por ejemplo, la imagen de los mil setecientos noventa y cuatro millones de dólares de la deuda externa pública de CABA en siete años de gestión de PRO (221% más que en diciembre de 2007). Si lo que se pretendía con el cambio era barrer la corrupción es, cuanto menos curioso, que los votantes de CAMBIEMOS no se hayan detenido siquiera a revisar este punto.

Y si una vez por hora nos postearan la pick de los seis mil dólares (valor hora/vuelo) que invierte la gobernadora de la ciudad de Buenos Aires para llegar a su puesto de trabajo (mientras nosotros sangramos la SUBE cada vez que toca cargarla), más el casi millón de pesos que costó la refacción de la base aérea de Morón, utilizada por Vidal tras la separación de su esposo, ¿esa postal, no nos dejaría al borde del vómito?

Ni hablar si la foto fuera de los diez millones de dólares que nuestro benemérito (¿?) señor presidente tiene depositados en cuentas en el exterior como parte de su patrimonio no declarado. Asì. prolijamente apiladitos y en primerísimo plano. Incluso, en este punto les propongo un ejercicio. Nótese la diferenciasi digo en minúsculas “diez millones” o expreso con sus correspondientes ceros y signos de admiración “¡10.000.000!” Apelo aquí a la sinceridad de los lectores ¿Cuál de las expresiones impacta más?

Resumiendo, que como diría mi querido Sabi, se pasa el arroz. Mientras que sigamos creyendo que si nos muestran sucede de manera indefectible y si no nos muestran, no sucede, estamos destinados a lo mísero de manera perpetua. Y no en lo que lo material refiere. Como raza.