El año 2012 fue caótico para San Lorenzo. Luego de disputar la agónica e inédita promoción ante Instituto de Córdoba, la institución azulgrana pudo mantener su estadía en primera división. Esto significó un punto de inflexión para el club, ya que, posterior a esta crítica salvación, arribaría una nueva comisión directiva encabezada por Matías Lammens y Marcelo Tinelli, que llevaría la entidad a lo más alto de su historia.

Muchas acciones acertadas gestionó este nuevo grupo de dirigentes; demasiados aciertos. ¿La clave? Ser transparente, entender la dimensión de la palabra San Lorenzo, y con humildad y esfuerzo, triunfar. La gente, golpeada y confundida, rápidamente entendió el mensaje. No es casualidad que hoy en día el club sea lo que es. Campeón de América, saneado económicamente, y con más de 60 mil socios. Todo esto atribuido a trabajar con sensatez, Solidaridad y sinceridad.

Pero a nivel institucional, San Lorenzo creció no sólo en materia de logros deportivos, sino en el aspecto humano. ¿Cómo? Utilizando al club como centro de contención social, formando no sólo deportistas, sino también personas. La geografía del Pedro Bidegain coincide con el asentamiento más grande del narcotráfico en Buenos Aires: la villa 1-11-14. A priori, el análisis es terminal: temer por la seguridad de los deportistas que ejercen su oficio en la ciudad deportiva. Pero no, todo lo contrario. De la mano de Matías Lammens, San Lorenzo incluyó a los chicos de la villa dentro de las actividades que realiza la entidad, funcionando como canal de contención. El vínculo entre San Lorenzo y la villa lo mantiene un servidor de Dios: El padre Gustavo, amigo de un tal "Papa Francisco". Esto quiere decir que hoy en día, un chico de la villa 1-11-14 puede sentirse incluido, puede ser parte de algo tan gratificante como la práctica del deporte. Además, San Lorenzo le brinda distintas becas a sus deportistas para ayudarlos desde un ángulo económico.

Matías Lammens fue el impulsor de este logro. No hablamos de un logro deportivo, sino que de un logro humano, social, emocionante. ¿Ejemplo a seguir? Claro, sin dudas. Aunque una institución sin fines de lucro no tendría que ser el centro de contención de chicos marginados socialmente, por lo menos, desde San Lorenzo, siempre van a tener las puertas abiertas.