River no para de festejar y día a día lo vive con ánimo y entusiasmo. Ya dejando atrás a Boca en los octavos de la Copa Libertadores y habiendo dado el llamado "mineirazo" en Brasil, Gallardo conserva la racha ganadora y ahora se suma un logro más, porque en la noche del domingo le ganó al único invicto del torneo argentino, Rosario Central. Y no sólo eso, sino que además en el partido estuvo la presencia tan esperada por los hinchas riverplatenses de Pablo Aimar, que a la hora de ingresar al campo las palmas estallaron y el grito "pablito pablito" ensordeció a casi todo Núñez.
Y así fue, Aimar luego de 14 años de fútbol internacional volvió a vestir la camiseta de River Plate, y en un partido tan difícil como decisivo para el equipo, que se enfrentaba contra un Rosario Central invicto en el Torneo.
Mostrando siempre su categoría sobresaliente de buen jugador y dotada habilidad a la hora de armar juego, el payaso, de 35 años actualmente, entró en el segundo tiempo del partido, con River arriba del marcador por sólo un gol.
Ya se escuchaban los cantos de la hinchada cuando Aimar ingresaba al banco de los suplentes antes del comienzo del partido, más aún se escucharon cuando comenzó su entrada en calor al comienzo de complemento; y de pronto, en un momento se escuchó como un gol cuando el partido transcurría tranquilamente. Era que Aimar se estaba sacando la pechera de entrenamiento y se acercaba con la camiseta de dorsal 35 hacia Gallardo, dándole las últimas indicaciones antes de entrar al partido.
El payaso que entró en lugar de Pisculichi fue ovacionado de manera inimaginable, tanto por los hinchas como por los relatores y periodistas presentes en el partido. A los 29 minutos con 51 segundos del complemento fue cuando el Monumental se caía abajo, luego de la salida de Ponzio por Solari y Cavenaghi por Boyé. Sus primeros toque de Fútbol hicieron bullicio total, cuando tras tener la pelota logra hacerle un caño al defensor colombiano de Rosario Central, Gómez Andrade.
Quedó claro, Aimar sigue vigente en el fútbol, dejando atrás esos fantasmas que le decían que cuelgue los botines. Mostró lo que él buscaba y quería, que era que sus hijos lo vean jugar en River no sólo por videos. Sueña con ser parte del equipo que disputará las semifinales de la Copa Libertadores ante Guaraní de Paraguay, pero hoy vive el presente al que tanto le costó llegar pero siempre sin bajar los brazos y querer ser ese ejemplo de que se puede lograr lo que uno se propone. ¡Grande payaso, que sean muchos años más para vos!