Cuando uno termina o corta una relación, o se aleja de una situación que nos produce dolor, pasamos mucho tiempo del presente "revolcándonos" y maldiciendo por qué tal cosa o tal otra, tratando de entender por qué y poder asimilar lo que sucedió.

El desgaste que se produce cuando uno queda arando, estático, siempre en el mismo lugar, puede ser infinito, porque en la vida, todos, absolutamente todos, como nuestro entorno, van a estar abocados a tratar de ir cerrando capítulos de hojas que nunca pudieron terminar de escribir. Por el contrario, la tinta de estas páginas parecen estar siempre fresca, como si ayer se hubiera escrito la última palabra.

Al cerrar y tratar de pasar esta hoja, una tras otra, ayuda a ir cerrando relaciones que han producido heridas profundas, vínculos dolorosos que están arraigados con el pasado. Hacerlo despacio pero de forma segura y constante es lo más aconsejable.

Ya ni siquiera tiene sentido preguntarse el por qué de todo… Lo que sucedió, sucedió. Hay que soltar, desprenderse, despojarse de todo aquello que nos pueda lastimar o traer recuerdos de sufrimiento, no podemos seguir siendo niños por el resto de nuestra vida, ni adolescentes, ni fabricantes de sueños inexistentes, ni tampoco tener o mantener vínculos inexistentes con alguien que no quiere estar a nuestro lado. No podemos obligar a nadie, por respeto a nosotros y por nuestra propia dignidad.

Si alguien va a estar relacionado con uno de la forma que sea, será por su voluntad y no por la nuestra, no debemos hacerle a los demás, cosas que no queremos para nosotros mismos.

Todos los eventos y hechos que han pasado por nuestras vidas ya es hora de dejarlos ir, que todos los recuerdos se embarquen con un destino sin retorno.
Por eso a veces es tan importante deshacernos de todo aquello que pueda traernos recuerdos de dolor a nuestra mente, como fotos, objetos, regalos, quemar cartas, destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa son beneficiosos como para desahogarse.

Nunca mantener guardados papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar, esto significa que todavía a uno le cuesta cortar con el pasado y decir que se guarda porque se puede utilizar en un futuro próximo es tan solo una justificación para mantenerlos con uno.

Con los cambios externos se puede simbolizar que hay una acción en el proceso interior de superación personal.

Cuando vamos dejando 'puertas sin cerrar', nunca podremos desprendernos de nada y tampoco vivir lo de hoy con satisfacción, dejar posibilidades de 'regresar', necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron, tan solo son vivencias de apego y necesidad que están suspendidas en el tiempo del pasado.

Ya no somos los mismos, que hace dos días, tres meses, un año, por lo tanto, no hay nada a qué volver. Así como cambia uno, también lo hacen los demás. Como el entorno, nada queda igual, nada se queda quieto, nada es estático, tenemos que cerrar la puerta, cambiar la hoja, cerrar el círculo.