Cuando Néstor Kirchner llegó a la Presidencia de la Nación Argentina, el 25 de Mayo de 2003, muchos argentinos, entre los cuales me incluyo, comenzamos a respirar después de muchos años de crisis, mentiras, incertidumbres económicas y postergaciones a un proyecto nacional y popular largamente soñado; lo que bien entendido no es otra cosa más que el deseo de un país para todos donde merezca la pena trabajar y vivir, sintiéndose orgulloso del suelo que uno está pisando.
En este sentido Néstor Kirchner tiene mucho que ver porque con Kirchner lo primero que volvió a la Argentina fue la esperanza.
Desde un principio la gran mayoría de los argentinos entendimos que la soberanía de un país depende de su independencia económica. Néstor Kirchner fue terminante a la hora de definir "políticas de estado para el pueblo argentino y no políticas de mercado para el consumidor argentino". Dicho de otra manera se empezó a gobernar, a tomar decisiones, acorde a las necesidades del estado y dejando de lado los intereses corporativos, cuya obediencia ciega por parte de otros gobiernos de marcado carácter liberal tanto mal hicieron a la Argentina.
Néstor Kirchner, entre otros méritos destacables de su presidencia hasta 2010, se encuentra la reducción de los niveles de pobreza, indigencia y desempleo que hasta su llegada se habían instalado, como una peste, en el país.
El Frente Para la Victoria, liderado por Néstor Kirchner, paulatinamente comenzó a cambiar el modelo productivo del país, no solamente invirtiendo y apostando hacía otros sectores estratégicos, sino también apostando por el desarrollo y protección de una industria nacional. A diferencia - valga la redundancia- de anteriores gobiernos liberales ( Carlos Menen, De la Rúa y Cía) que optaron decididamente por una privatización "cipaya", a mansalva y sin contemplaciones de los bienes nacionales, como por ejemplo el ferrocarril, a cambio de oscuros negociados que solo beneficiaron a unos pocos y empobrecieron a muchos.
En materia social es destacable la histórica "asignación universal por hijo", aprobada en el Congreso en el año 2009, y en materia de los derechos humanos también se avanzó mucho durante la presidencia de Kirchner; se intensificaron los juicios contra los homicidas de la dictadura, de sus cómplices y de sus colaboradores.
Gracias a Kirchner se les asignó un lugar y un reconocimiento simbólico a las Madres de Plaza de Mayo. No fueron dádivas ni cargos públicos, sino una muestra de respeto y agradecimiento por parte del gobierno a su lucha anónima y de sacrificio para el retorno de la democracia en los oscuros años setenta donde hubo más de 30.000 mil argentinos desaparecidos.
Conviene destacar que si bien fue Raúl Alfonsín el primer presidente en levantar la bandera de los derechos humanos, ningún otro gobierno democrático posterior había llegado tan lejos en materia de derechos humanos como en los tiempos de Kirchner. Mérito de Néstor Kirchner, de su organización y de toda la gente que lo votó y que lo acompañó; ahora patrimonio nacional, el de los derechos humanos, que todo gobierno próximo tiene que cuidar y velar por su cumplimiento.
En este sentido no me parece un hecho menor recordar que Néstor Kirchner, en su ejercicio de la presidencia, ordenó retirar los retratos de los dictadores Videla y Bignone colgados en los pasillos del colegio militar.
Dicen que los pueblos que no recuerdan su historia tienden a repetirla. Esta frase en los países de Sudamérica siempre viene asociada a "historias malas", de pobreza, hambre y dictaduras, sin embargo en este caso la historia de aquella primera presidencia de Kirchner - porque luego los tiempos de Cristina Kirchner ya fueron otra cosa- es una buena historia que conviene recordar y no olvidar si se quiere avanzar en la senda del progreso, la independencia y el bienestar del pueblo argentino.