Enrique Iglesias y Anna Kournikova parecían la pareja perfecta desde el mismo momento en el que se conocieron: guapos, ricos, famosos y enamorados. Eran la envidia de la prensa rosa. El cantante y la tenista más deseados del planeta paseaban de la mano allá donde fueran bajo constantes rumores de boda que nunca llegó a confirmar el propio Enrique. De hecho, éste, últimamente había tenido que soportar una enorme cantidad de rumores que apuntaban en la dirección contraria, es decir, en vez de boda, ruptura. Y así ha sido, ya que se ha confirmado que la pareja rompió su relación el pasado verano y hasta ahora no lo han hecho público.

Han pasado 13 años desde que se conocieron rodando un videoclip del cantante, Escape, tema que además daba título al segundo álbum en ingles del hijo menor de Julio Iglesias e Isabel Preysler. Ambientado en una discoteca, en la que ambos tenían un encuentro pasional, la chispa surgió entonces, durante la grabación del vídeo, aunque hay quien asegura que fue ella la que insistió en que tal cosa ocurriera porque él desde el principio fue esquivo para llevar adelante relación alguna. Poco después, gracias al vídeo o a pesar de él, los dos comenzaron un idilio que a la vista de todos ha sido un ejemplo, ya que ambos han dado siempre la imagen de pareja feliz que se apoyaba continuamente y que estaba cada día más enamorada.

Pero la boda no llegaba, algo normal hoy en día en el mundo de los famosos, que hacen gala de sus convicciones acerca de que no es necesario un papel firmado para demostrar el amor que se tienen. Y añaden que si el esperado acontecimiento tiene que llegar, llegará, pero que no hay que forzar nada. Hasta que, como también suele ser habitual en estos casos, en lugar de que llegue, se aleja.

Parece que los motivos han sido, por un lado, el desgaste de la relación, y por otro, que Anna se había cansado de que Enrique no le pidiera matrimonio. Un cóctel de razones que no ha podido sostener por más tiempo un romance que ya se estaba alargando demasiado y les ha empujado a los dos a tomar la drástica decisión de no seguir juntos.

Está claro que la prensa del corazón no verá con buenos ojos la separación de una pareja tan rentable para los medios, y aunque lo cierto es que tampoco ellos han difundido su relación hasta el agotamiento de espectadores y lectores, unos y otros echarán de menos verlos juntos y, al no haberse cansado de ellos, recordarán con cariño los años en que sus nombres, asociados, fueron noticia.