En la reciente cumbre sobre nutrición celebrada en Roma, organizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en conjunto con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la intervención del Papa Francisco despertó interés y generó polémicas. Francisco, entre otras declaraciones, manifestó que "la lucha mundial contra el problema del hambre y la desnutrición se ve siempre obstaculizado por las prioridades de los mercados económicos y por la preeminencia de la ganancia, lo que ha terminado por convertir a los alimentos en una mercancía como cualquier otra, no solo sujeta a los vaivenes de la oferta y la demanda, sino también a la especulación financiera".
Ante los aplausos de algunos y las miradas atónitas de otros participantes a la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición, el Papa prosiguió con mucha calma y sensatez - así es su estilo- con el discurso programado: "mientras todos hablan de nuevos derechos, el hambriento está ahí, en la esquina de la calle, y pide carta de ciudadanía, quiere ser considerado en su condición humana y recibir un alimento sano. ¡Nos pide dignidad y no limosna! ". Las declaraciones de Francisco no solo revelan un mensaje humanitario, en todo coherente con la doctrina de la iglesia, sino que también pueden entenderse como una denuncia al "perverso" sistema económico financiero global, que cada vez produce más desigualdades sociales y agranda las distancias entre ricos y pobres.
A esta cumbre también asistió Letizia Ortiz, Reina de España, quien por su parte manifestó una flagrante contradicción de los tiempos modernos, y también de la economía de mercado, al afirmar que "es inaceptable que más de 800 millones de personas padezcan de hambre crónica mientras que 1.400 mil personas tienen sobrepeso y están obesos".
Doña Letizia también destacó el papel de la mujer en las economías domésticas y destacó el impacto social que la presencia femenina tiene para una comunidad. Por último, en uno de sus primeros discursos globales en calidad de Reina de España, Doña Letizia se refirió al problema de la obesidad y de los trastornos físicos que se derivan de una mala alimentación, a la vez que hizo un llamamiento a las grandes multinacionales de alimentos para que su producción, tanto agrícola como ganadera, cumpla con los requisitos de Salud Pública de cada país.