Un robot submarino ha contribuido a la realización de los primeros mapas en tres dimensiones y de alta resolución del espesor de la corteza de hielo de la Antártida. Según llevan advirtiendo desde hace años, el deshielo en la Antártida y el Ártico acarreará un aumento progresivo del nivel del mar en otros puntos de la Tierra. El robot mide unos dos metros de largo y pesa alrededor de 200 kilos. Puede llegar hasta 30 metros de profundidad, mientras que su estabilidad le permite fotografiar zonas de muy difícil acceso para los antiguos equipos. Trabaja a temperaturas bajo cero cuando está sumergido, hasta 1,91 º C.
A pesar de que las regiones polares están prácticamente desocupadas, lo que allí sucede tiene repercusiones en todo el planeta. Los científicos vigilan desde hace décadas la evolución en las masas de hielo y los efectos que el cambio climático ejerce sobre ellas. Estudiarlas es un trabajo complejo, para el cual utilizan imágenes capturadas por satélite o aviones. Ahora además, cuentan con la ayuda de un robot submarino que aporta informaciones mucho más precisas.
El vehículo en cuestión, conocido como SeaBED o fondo marino, forma parte de un equipo integrado por científicos estadounidenses, ingleses y australianos que presentarán esta semana los primeros mapas en 3D en la revista Nature Geoscience.
Según explican, el SeaBED ayudará a comprender mejor los cambios que se suceden en las placas heladas como consecuencia de los cambios en el clima. Además, se consideran una clave importantísima, las averiguaciones que se realicen en torno a las diferencias que presentan las capas de hielo de las dos grandes regiones: la Antártida y el Ártico -que según explica el investigador Guy Williams- "son sistemas climáticos muy diferentes".
Aclara asimismo, que estas investigaciones todavía no responden a preguntas como cuál es el espesor exacto de las placas de la Antártida o si realmente están variando, pero que, sin embargo, suponen un gran avance para que algún día estas preguntas puedan contestarse. El científico de British Antarctic Survey declara que la sensación es "como mirar por un microscopio", cuando pudieron medir zonas del hielo de hasta 18 metros de anchura.
Ted Maksym, de la Woods Hole Oceanographic Institution, asegura que lo que han descubierto en los nuevos mapas es que el hielo estaba más deformado y era más espeso de lo que se había creído en estudios anteriores. El SeaBED, cuenta también Maksym, nos ha hecho ver la capa de hielo de la Antártida desde otra perspectiva, pues se pensaba que era una capa plana y bastante delgada, pero estas nuevas investigaciones nos dicen que sufre un proceso en el que el hielo va rompiéndose por el desgaste de las olas y el viento. El investigador resalta, que es muy importante que se comprenda que no están diciendo en ningún momento que "el hielo esté aumentando de grosor" Solamente, se trata de que ahora pueden hacer mediciones muchísimo más precisas, gracias a las nuevas tecnologías.