Sin duda, los perros son los mejores amigos del hombre y a veces demuestran más humanidad que los propios seres humanos, al menos en tierra firme, ya que no se pueden olvidar a los delfines.

Masha, la perrita fiel que extraña tanto a su dueño que no puede afrontar su pérdida, nos recuerda de nuevo el amor que estos Animales sienten por nosotros, lo cual muchas veces no merecemos.

La perrita hace un año que no se mueve del hospital Nº 1 Novosibirsk en Siberia, Rusia, al parecer solo sale por la noche para ir a la casa donde vivía. Mash se ha ganado el afecto de todo el personal y se ha convertido en la mascota del centro sanitario, donde pacientes, enfermeros y doctores la consienten, le llevan comida, le proporcionan agua y le han preparado una cama en una de las salas de espera.

El director del hospital Vladimir Bespalov dice ver la tristeza en los ojos del animalito. Miembros del personal también informan que la perrita es muy tranquila y hace caso a todo lo que le indican.

Aunque Masha ha sido adoptada varias veces, siempre consigue escapar y regresa al hospital, por lo que en el centro consideran que este será su hogar por bastante tiempo todavía y hasta que ella quiera.

El pasado mes de enero el dueño de la perrita, un jubilado de la región de Dvurechie ubicada a varios kilómetros del centro sanitario, se dispuso a realizar una visita rutinaria a su médico, pero tuvo que ser ingresado al descubrirse un cuadro clínico grave en el paciente, a partir de ahí, Masha, por lo que se deduce su único "familiar", visitaba a su amigo todos los días hasta que lamentablemente este falleció.

A parte de la conocida y triste historia de Hachiko, la cual fue rememorada en una película del mismo nombre, ha habido varios casos parecidos alrededor del mundo de perros fieles. Capitán es un ejemplo de uno de esos casos. Cuando Miguel, el dueño de Capitán murió, el perro hizo del cementerio de Villa Carlos Paz en Argentina, su hogar. Aunque a veces regresaba a su casa, como para visitar a la familia de Miguel, enseguida volvía al cementerio. El verano pasado llevaba ya siete años viviendo en Villa Carlos Paz.