Hablar sobre un libro como Rayuela es infinitamente problemático, no sólo por la complejidad que plantea sino por la multiplicidad de crítica que existe al respecto. Para el lector principiante, supone aceptar el juego que desde el mismo título se plantea: saltar de capítulo en capítulo acompañando a Oliveira en su búsqueda infatigable. Cortázar juega con la incertidumbre del receptor y con su compromiso en la construcción de la lectura, lo que supone abandonar la "comodidad" de un recorrido lineal.
Rayuela responde a un cambio en toda la narrativa latinoamericana que derivará en el llamado "Boom" y que tendrá como correlato las políticas de la región.
América Latina se veía sumergida en un proceso político que tenía su epicentro en Cuba y que irradió su fuerza a Guatemala, Venezuela, Perú, Bolivia y, por supuesto, a Argentina. Este proceso finalizó con el fracaso de la guerrilla boliviana y el consecuente asesinato del comandante Ernesto "Che" Guevara. Cortázar mismo fue un escritor comprometido con estas causas políticas y su narrativa responde a un proyecto revolucionario en las letras.
El genial autor argentino fue consciente del impacto de su obra no sólo a nivel editorial sino también en el público lector. Alguien que toma contacto con este extraño y cautivante libro no puede despegarse de ninguna manera de su embrujo. Se recorren las páginas con cautela, con extrañeza, pero al mismo tiempo se produce un efecto imán que impide abandonar la lectura, provocando un enamoramiento absoluto.
Rayuela es uno de esos tantos textos que invitan a leerlos en diferentes épocas de nuestras vidas, bajo la lupa de distintas experiencias que modifiquen la percepción y el producto final del mismo. Es por eso que Morelli insiste en hacer del lector un cómplice, simultaneizarlo de tal manera que el tiempo del lector se convierta en el del autor.
Y así, transformarlo en copadeciente de la experiencia por la que pasa el novelista.
De esta manera se entiende la inquietud que produce una primera lectura de este libro y las teorizaciones sobre la obra y el lector que se exponen en los capítulos que el mismo autor calificará de "prescindibles". Sin embargo, esto también es un guiño irónico, puesto que ignorarlos supondría evitar uno de los factores de mayor riqueza de la obra.
Cortázar construye su alter ego en la figura del escritor Morelli y le hace "exponer" sus propias ideas acerca de la construcción de una narrativa que sacuda al lector automatizado.
Entonces, ¿qué nos queda? Desarmar y armar como consecuencia de una novela fragmentaria y un juego infantil. Pero esto sólo lo puede hacer un lector activo predispuesto a aventurarse en esos fragmentos y a vivirlos bajo presunciones e invenciones propias; debe animarse a participar en el destino de los personajes aun siendo él uno de ellos...
¿Cómo ingresar a Rayuela entonces? ¿Cómo abordar su pluralidad? ¿Es posible jugar su juego sin la posibilidad de perderse en sus múltiples senderos? ¿Será posible, al menos, encontrar un atisbo, una luz, para no quedar atrapados en su infinitud? La ironía reside en que no es posible contestar estas preguntas sin abrir el libro.Y entonces, ¿cuál lectura elegiremos?.