El texto Botella al mar para el dios de las palabras es una reproducción del discurso de Gabriel García Márquez en la apertura del Primer Congreso de Lengua Española realizado en México. Allí, el autor colombiano apela a captar a su auditorio -un grupo especializado en el tema- utilizando como premisa que en el nuevo milenio el silencio es derrotado y las palabras están siendo potenciadas desde diferentes ámbitos.

La tesis de García Márquez está sostenida por su idea de que en este siglo las lenguas buscan cierta homogeneización con su fusión constante, y se muestra a favor de una adaptación de la lengua española a tal situación, encarnada fundamentalmente en una reforma de la gramática.

El autor de Cien años de soledad sostiene esta tesis aludiendo a características referentes a la versatilidad de la lengua española y propone "liberarla de sus fierros normativos" para lograr el cometido de ingresar al nuevo siglo sin perecer en el intento.

Por su parte, en el texto ¿Eskrivir komo se abla?, Lourdes Penella reivindica la importancia de la redacción y la ortografía por considerarlas vehículo único de la defensa de la grandeza del idioma y por ende del conocimiento de cada persona, mientras que lo inicia citando un problema que impide la realización de esto: el vacío que existe en la enseñanza del español en las escuelas primarias desde la última década en México, lo que repercute negativamente en la formación de quien pretende cursar Estudios superiores.

La autora presenta frases típicas de alumnos universitarios reacios a los cursos universitarios de redacción, que a su vez son argumentos de esas personas para tratar de evitar que se les enseñe su lengua nativa. Por otro lado, cuando refiere a que los escollos en la escritura se hallan en las letras que suenan igual pero se escriben diferente, está sosteniendo una premisa que es una creencia o experiencia compartida.

En ambos textos, las premisas aparecen de forma explícita y cumplen la función de que permiten desarrollar la argumentación posterior. En el caso del discurso de García Márquez, éste es contundente en su postura y con el intento de cautivar a un auditorio con premisas que éste acepta. Penella, por el contrario, plantea testimonios opuestos a la reforma de la lengua española, frente a un auditorio general, no especializado.

Sin embargo, dichos testimonios están ordenados en una secuencia que permite comprender la intencionalidad de la autora.

Ante un Premio Nobel de Literatura que ha militado por las reformas gramaticales y una referente de la literatura que defiende férreamente la gramática tradicional, cabe comparar los dos discursos aquí descriptos y preguntarnos de qué lado estamos en un momento histórico en el cual, con la irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación, la discusión sobre cómo queremos escribir se hace cada vez más necesaria.