Esperando a Godot, es una obra con grandes elementos de absurdo, forma de intuir las anécdotas dramáticas, la utilización del lenguaje y la puesta en escena en torno a los juegos de palabras y sin-sentidos. Fue escrita en los 40s por el irlandés Samuel Beckett, después de las crudas guerras mundiales. Ya han pasado más de 60 años de su estreno en Paris, pero permanece aún vigente y es una pieza que ha dejado huella en la memoria de todo estudiante de actuación. Es usada comúnmente en todo espacio o estudio de Teatro y es tomada como un excelente ejemplo de dramaturgia del último siglo.

En ella dos vagabundos Vladimir y Estragón (o también Didí y Gogó) esperan con gran cuota de paciencia la llegada de un tal Godot, personaje que nunca se hace presente y se desconoce su historia o procedencia. Dichas figuras pasan el tiempo, enumerando algunos pasajes bíblicos, jugando con la filosofía y citas literarias, en esta dinámica se da ha lugar las visitas de dos desconocidos por el singular dúo, Pozzo y su esclavo Lucky. Y un joven al final de cada encuentro, les adelanta que Godot vendrá al día siguiente. Divertida historia.

Divida en dos cuadros la pieza se hizo extensa pese a las buenas actuaciones, los cambios en las interpretaciones y una correcta dirección. Pires en conjunto con el director y docente Hugo Halbrich, adaptaron, suavizaron y agiornaron el atrevido texto original en idioma francés, pero manteniendo la mágica poesía y el paralelismo con el teatro clásico que yace en ella.

Esta puesta formó parte del Festival de Teatro Clásico Universal 2015, y algo sumamente para destacar es su estética actoral, con elementos de clown y acrobacia que subrayan las excelentes interpretaciones del equipo actoral y elevan aún más la creación de Beckett. El talentoso elenco estaba formado por Gerardo Baamonde (Vladimiro), Héctor Díaz (Estragón), Eduardo Lamoglia (Sr.

Pozzo), Carlos Lipsic (Lucky) y Sebastián Mouriño (Pibe).

Al igual que su autor, Pires no perdió tiempo en brindar respuestas, sino que lejos de esto, su meta fue invitar al público a la reflexión y divertir de principio a fin con su propuesta. Esta pieza permaneció en cartel hasta fines de junio en El Tinglado (Mario Bravo 948), en Capital Federal. Esperemos que regresen en una tercera temporada.