Los procesos democráticos en Occidente se vieron influenciados y tomaron el modelo Occidental basados en el derecho Romano, la ética cristiana y la filosofía griega. Esto genero el florecimiento de las democracias como forma de gobierno pero además como estilo de vida, basándose en la diversidad y pluralismo ideológico, la libertad de expresión y la aparición de los partidos políticos como forma de dirimir el acceso al Poder a través de la libe competencia electoral.

La coexistencia de las masas y los factores de poder real, como las grandes corporaciones, y grupos concentrados, hicieron que en América Latina se diera un ciclo casi trágico de democracias populistas y gobiernos de facto, autoritarismos de derecha y caudillos manipulando a un electorado desinformado, apático de las cuestiones publicas, y con la única expectativa de que el Estado le solucione sus necesidades básicas, como empleo, vivienda, salud y educación.

Desde 1942 en la Argentina ningún gobierno democrático que no sea del partido peronista, o sus facciones, han terminado sus mandatos constitucionales. No lo pudieron hacer Ramón Castillo, Arturo Frondizi, Arturo Illia, Raúl Alfonsín ni Fernando De la Rúa, presidentes constitucionales elegidos democráticamente, al igual que las dos últimas presidencias de Juan Perón, en 1955 y 1976.

Democracias liberales o populares es el debate en los comienzos del nuevo siglo. El acceso al consumo de las clases populares es una necesidad real, la cuestión es a través de qué camino; el liberalismo que plantea que la copa se derrame o el populismo que cree en la distribución de la riqueza a través del caudillo carismático.

La aparición de los gobiernos de Chávez y Maduro en Venezuela, Kirchner y Fernández en Argentina, Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia han planteado seriamente una crisis del modelo democrático y republicano clásico, y se habla de una nueva forma de democracia popular basada en la crisis de los partidos políticos burgueses, reemplazados por nuevas formas de representación.

¿El fin justifica los medios? ¿Es posible lograr el bienestar general de las sociedades sin el apego a las formas, es decir la ley y la constitución? ¿Son estas la expresión de las clases dominantes? Como una reflexión final, no es posible el logro de ningún fin sacrificando otros, la coexistencia, la convivencia de las diversidades, la política como instrumento de paz y de progreso, deben ser como la estrella polar que guía al navegante, que tal vez no la alcance, pero sin dudas iluminará su camino.