Estimado Alberto:
Hace un tiempo no conocía tu historia, tu persona, tu lucha, tu no culpa. Recién ando por las calles de Argentina y escucho tu nombre en cada esquina, cada kiosco, cada tertulia, en cada asado; incluso siento que hicieron de ti como hago yo cuando me como un pancho; devorarlo.
Te vestiste de David para tumbar a Goliat. Ahora que no estás, son muchas las personas que te hubiesen seguido en tu camino hacia quién sabe dónde. Pero lo cierto es que después de llorarte unos días, todos sabemos el por qué de tu huida pero seguimos preguntándonos: ¿Quién?
Aunque la mona se haya vestido de seda, te haya nombrado en algún medio, haya abierto la puerta a todo tipo de preguntas, se hayan disparado mil rumores, decidieron guillotinarte antes de que los juzgaras.
Siento que nunca sabremos la verdad, quizás dentro de algún tiempo, cuando la presión desde Oriente sea menor o algún fan loco decida seguir y acabar lo que nunca terminaste...
Hasta entonces siento que tu muerte va a quedar para siempre en el baúl de los recuerdos puesto que nadie está dispuesto a tirar de la cuerda.
Quizás nazca un movimiento Nismaniano en contra de la voluntad de unos cuantos. El problema es que unos pocos son más poderosos que unos muchos que creemos fielmente en la libertad.
Libertad, gritó William Wallace antes de pedir clemencia. Una palabra plena de victorias, de alegrías pero a la vez de desgracias y sacrificios.
Siento que se ha abusado de los vicios que nos instruyen las primeras enseñanzas del cristianismo. El primero de ellos:
- Lujuria: Alguien decidió " violar" todos tus derechos.
- Pereza: Alguien decidió delegar el quinto mandamiento de la Ley de Dios, "No matarás"
- Gula: Alguien decidió darle dos bocados a la fruta prohibida. Y esta vez no fueron ni Eva ni Adán.
- Ira: Alguien sintió tu aliento tan cerca que no supo condenarse a su sino.
- Envidia: Alguien se sintió inferior en tu búsqueda por la verdad y no respiró hasta que dejaste de hacerlo vos.
- Avaricia: Alguien quiso más de lo que nunca tuvo y, quiso tanto, que quiso tu vida.
- Soberbia: Alguien pensó, seguirá pensando y nos lo seguirá recordando, que mientras viva no habrá justicia.
Querido Nisman, siento no poder ayudarte para que sigas disfrutando de la vida, para que sigas paseando por el mundo esa bandera llamada Libertad.