A veces, cuando reflexiono sobre la situación actual del país, tal vez por una cuestión de vocación no puedo dejar de analizar el contexto histórico comparativo. Por lo general tomo datos de la realidad en procesos de 25 años de historia.

Con mis 33 años, tengo recuerdos de hace 25, cuando tenía tan sólo ocho; o sea, que además de mi investigación para recaudar datos, puedo aportar mi experiencia personal, mi punto de vista. Con esto quiero decir que me crié en la incertidumbre de este tipo de democracia, la incertidumbre de no saber hasta cuándo iba a durar todo, debido a los valores de inmoralidad y antiética expresados por los dirigentes políticos argentinos, de todos los ámbitos.

Creo que somos sujetos que nunca podremos ser objetivos un ciento por ciento, pero sí podemos ser honestos con nuestras opiniones. Y desde esta honestidad intelectual, que me hace pedir perdón por mis errores, uno debe aprender día a día a ser mejor persona, antes que nada. Y es a partir de estos principios, que me parece que la marcha convocada para el 18 de febrero no es más que propaganda absurda contra el Gobierno Nacional, que ha ganado en las urnas con un 54% de los votos.

De los cinco fiscales que convocan a la marcha, todos tienen alguna mancha. Entonces, si yo, un simple aficionado al periodismo, soy advertido por incumplir una regla, cuestiono, ¿será Carlos Stornelli alguien moralmente apto para convocar a una marcha, cuando se lo está investigando por vinculaciones con la barra brava del Club Boca Juniors?

¿O es Guillermo Marijuan un fiscal honesto, cuando dejó de investigar a Arbizu, de la JP Morgan, uno de los monstruos financieros que originan genocidios en donde pisan, debido al hambre que generan cuando dejan sin recursos a los pueblos? ¿No fue Campagnoli quien cometió irregularidades en la causa Lázaro Baez y tuvo que apartarse?

Pero el caso más patético es el de Raúl Plee, quien encubrió, según denuncias del CELS y de Memoria activa, a quienes habían tapado a los responsables directos del atentado en la AMIA.

Ricardo Sáenz, por su parte, fue quien dictaminó en favor de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, además de dejar libre a un narcotraficante.

No voy a detallar los casos de Barrionuevo, Moyano, Macri y el PRO, junto a Elisa Carrió, Massa y el resto de la dirigencia política podrida que nos queda.

Creo que si el pueblo es inteligente y rompe el letargo generado por los medios dominantes, encabezados por Clarín y La Nación, esa marcha fracasará como fracasaron tantas otras. Por lo pronto, si bien muchos vivos se aprovechan de las bondades del kirchnerismo, es en el Frente para la Victoria y en algunos de movimientos de izquierda, por donde el país puede seguir avanzando y no estancarse con asuntos propios de la justicia.

Vivimos en un país con una idea de democracia que fue haciéndose a la vida, desde 1983 hasta hoy. En esa democracia debemos depurar los valores nefastos que dejaron los militares y la oligarquía entregadora de la Argentina.

Hay que seguir produciendo, industrializando, educando, construyendo. Del caso Nisman que se ocupen los cocodrilos, agentes del poder judicial descendientes de los dinosaurios, en referencia al tema de Charly García.