Fue una tarde sin brillo, gris, pese al cielo despejado que desde las 5 de la tarde de Buenos Aires cobijó la final del torneo de fútbol más importante de América del Sur.

En Santiago, el equipo dirigido por Jorge Sampaoli, jugó su peor partido de los 6 disputados; al equipo de Martino le ocurrió lo mismo. En 120 minutos de juego- 90 correspondientes al tiempo reglamentario y los 30 restantes al suplementario- llegaron muy pocas veces, apenas 4 o 5 cada uno. El primer tiro importante de Chile llegó por medio de Vidal a los 10´, tras centro de Alexs Sánchez y Romero tapó estirándose sobre su derecha.

Luego llegó un tiro libre de Messi, en forma de centro, cabeceó Aguero y Bravo quitó el peligro de su área.

Luego, Di María, robó un balón en campo propio y al no encontrar compañeros en quien descargar, recorrió 50 metros a una velocidad tal, que le provocó un desgarro y debió ser reemplazado por Lavezzi desde temprano. La jugada más clara llegó sobre el final, cuando Pastore antes de la línea final, tocó el esférico para que Lavezzi de frente rematara sobre el arco, colocando el balón en lo puños del portero Bravo.

En el segundo tiempo, Chile tuvo mayor posesión de pelota, pero no pudo desequilibrar la férrea defensa visitante que contó con Demichelis en lugar de Garay. Un remate de volea cruzado de Sanchez, pudo ser la apertura del marcador; también los locales cometieron un penal no sancionado contra Marcos Rojo, horrores lógicos que ocurren cuando los réferis no tienen la personalidad necesaria para una final.

Roldán, obvió la falta y dejó pegar a destajo, como cuando Medel le asestó una terrible patada a Messi en el estómago o cuando Di María fue derribado violentamente.

Tras la abultada victoria en la semifinal del martes, cuando golearon a Paraguay por 6 a 1, con una actuación más contundente que brillante, se creyó que Argentina finalmente iba a obtener el campeonato que le es esquivo desde 1993.

Pero este deporte se escribe en los campos de juego primero, once contra once y la gran diferencia de individualidades no se notó.

Los planteos mezquinos a la hora de practicarlos, confundieron a más de uno, cuando desde el verbo se anuncian otras cosas por parte de ambos seleccionadores.

Asi fue que todo siguió como si nada 0 a 0 y la definición se tuvo que dar desde los 12 pasos, donde los "trasandinos", no tuvieron errores y los rioplatenses sí.

Convirtieron Matías Fernández, que ingresó por el aclamado Valdivia, Arturo Vidal, Aránguiz y Alexis Sánchez.

Por Argentina solo Messi anotó, Higuaín desvió su remate por encima del horizontal y Banega regaló su disparo débil que el portero chileno resolvió si esfuerzo.

Tristeza en los corazones de este lado de la cordillera, porque con una generación de jugadores de tanta calidad técnica y de tantos recursos, no hallaron al técnico adecuado que les diera ese funcionamiento de equipo que el pueblo argentino espera. La disparidad dentro del plantel se nota cuando muchos no sienten un compromiso real con el equipo, mientras otros se desgarran o se acalambran en reconocimiento para quienes de alguna manera consumen los productos que los clubes europeos y las grandes marcas, realizan con sus íconos. Alegría del otro lado de la cordillera por obtener por primera vez la ansiada presea.