No es nuevo que las redes sociales esconden un porcentaje elevado de perversidad, gracias al muro que resulta de una pantalla y sin que nadie observe al emisor de una noticia o un rumor sin pruebas concretas.

Miles de personas, sin darle el valor que un escrito tiene, o utilizando adrede el medio para desinformar a la población con "supuestas" informaciones escandalosas, inventan sin chequear datos, permitiendo que la verdad sea mentira y la mentira verdad, confundiendo a la sociedad.

Existe también quienes, por no poder divulgar directamente noticias que serían peligrosas para quien las dé, se esconden a través de un nombre, como estrategia para desenmascarar las estafas que los gobernantes o los funcionarios públicos hacen con los pueblos.

Tal es el caso de Julián Assange, periodista que abrió un camino revolucionario, no sólo dentro del periodismo, sino en la visión de los pueblos para pensar mejor quién es quién. Gracias a él se conocieron los casos de diversos personajes que decían pensar una cosa frente al pueblo y hacían otra por detrás del electorado. Ejemplos de ello lo constituyen Gabriela Michetti, Mauricio Macri, Sergio Massa o Elisa Carrió, permanentes visitantes de la embajada de EE. UU. para dar noticias erróneas de la Argentina, denunciados en ArgenLeaks.

Hace un año aproximadamente, en abril del 2014, el actor Ricardo Darín, quien daba una imagen de acercamiento al gobierno nacional, a través de una fuente del diario "Concordia directo", deshizo esa idea al compás del insaurraldismo, nuevo movimiento que va y viene en los límites de la oposición y el oficialismo, según lo que investiguen los encuestadores pagos por las multinacionales.

En esa nota, Darín acusaba a Máximo Kirchner de cocainómano y de privilegios en la utilización de transportes del Estado. Más recientemente en enero, con la muerte del fiscal Nisman, nuevamente el episodio entre Darín y la familia Kirchner volvió a resurgir. Esta vez Darín se arrancó los pelos y hasta acusó a los funcionarios del gobierno por no cuidar bien el caso, que al fin de cuentas está en manos del Poder Judicial.

Y ello, sin olvidar cuando declaró en la revista "Brando" que la Presidenta debía aclarar cómo hizo su patrimonio personal.

Esto había motivado que la mandataria escribiera una carta, con total altura, respondiendo las dudas que tanto resaltaron "La Nación" y "Clarín", usando al actor como carne de cañón. En la misma, la Jefa de Estado tranquilizó al ciudadano, repitiendo que el patrimonio de la familia es el más conocido y puede verse si se quiere, porque está abierto al pueblo.

Le contestó diciendo que este país es democrático, y que en dictadura las únicas que salían por su coraje a hablar eran las madres y las abuelas de Plaza de Mayo, sin dejar de resaltar su calidad artística. Días después el actor salió a disculparse y a intentar arreglar sus mensajes, afirmando que no se enfocaba en los Kirchner sino en los funcionarios en general.

Lo que está en juego en este momento es la manipulación de las noticias y el enfoque deshonesto, sin respetar siquiera la decisión de las mayorías por modelos inclusivos que beneficien a los pueblos y no a las clases empresario-financieras.

En otro caso, cuando fue el golpe de Estado contra el presidente Chávez, los periodistas irlandeses revelaron a los verdaderos delincuentes, una banda organizada por los medios de comunicación dominantes y las esferas de la burguesía petrolera con ciertos mandos militares, que transmitían al mundo imágenes de supuestos francotiradores chavistas.

Al mostrar el panorama total, La cámara mostraba cómo masacraban al pueblo chavista en las calles. El film documental se llamó "La revolución no será transmitida".

En definitiva, la derecha actual es la dueña de los medios de comunicación, y el poder que ejercen para tergiversar la realidad, es a través de mentiras que se repiten en las palabras de ciertos ciudadanos inocentes. Pero también de otros que tienen enquistado el odio "gorila", sin poder comprender que los procesos históricos que benefician a los pueblos, deben ser contrapuestos por las clases populares para no dejarse embaucar nunca más.

La derecha ejecuta siempre un plan, y utiliza lo que le convenga sin hacer evaluaciones morales ni éticas.

La izquierda inteligente deberá siempre defender los procesos populares como el de los Kirchner, que cambiaron el modelo argentino. Incluso desde la justificación de su patrimonio, cuando otros no lo han hecho; un patrimonio que si tuviera una coma demás, sería motivo para que la derecha golpeé, como siempre lo hizo.