Hoy en día la violencia de género es un flagelo a nivel mundial. En la Argentina, y a pesar de las legislaciones vigentes, el violento no es castigado lo suficiente, y ni siquiera cumple las leves penas que el juez de familia le impone.

Cuando uno convive con un golpeador, es muy difícil poder salir de ese infierno, a pesar de todas las campañas que existen por radio, prensa escrita o televisión. Eso se debe al gran poder de manipulación que tiene el violento, a lo que deviene lo que los psicólogos denominan "Luna de Miel" o arrepentimiento, en el que intenta por todos los medios halagar a su pareja, novia o concubina, se trate de una pareja heterosexual u homosexual.

Pero, si no lo consigue y la víctima quiere huir de esa situación, comienzan las amenazas, no sólo a ella, sino también a sus hijos o parientes cercanos.

Todos conocemos el perfil del hombre golpeador y por todos los niveles que pasa para tener acosada y sumisa a su víctima. Primero comienza con el insulto, y si ella no reacciona, pasa a la agresión física, que puede ser un empujón, un golpe, una patada. Ello sin importar que esté o no embarazada; muchas mujeres han llegado hasta a perder a su hijo y quedar inconscientes.

La mujer está totalmente desprotegida; inclusive si no la realiza la denuncia en una comisaría de la mujer es mandada de vuelta a su casa, con la recomendación de que no ponga más violento al agresor.

Tanto en el noviazgo como en la convivencia, si se percibe por parte de la pareja la menor insinuación de celos, y de querer adoctrinar a la otra parte a su imagen y semejanza, sacándola de los lugares que frecuenta (trabajo, escuela, familia, reuniones, etc.) primero a través de insultos y luego de violencia física, hay que salir del hogar con sus documentos, los de sus hijos, escritura de la casa si hay, etc.

y dirigirse a la comisaría de la mujer más próxima a su domicilio. Allí, después de tomarle la denuncia, podrán designarle un hogar para que, en forma provisoria, resida con sus hijos si no tiene otro lugar donde ir, como la casa de sus padres, parientes o amigos, que puedan sostenerla mientras se hace el juicio de violencia de género.

Este es totalmente gratuito y rápido y excluye al agresor del hogar, para que ella pueda volver con sus hijos, o sola si no tiene.

Por eso digan BASTA Y SALGAN DE ALLÍ. Busquen ayuda tanto en familiares como en asesoría legal, por su bien y el de sus hijos o parientes cercanos, porque la violencia de género puede terminar de la peor manera; el violento no tiene límites y en muchas ocasiones acaba con la vida de su pareja y, pocas veces, hasta con la suya propia.