Es común escuchar en personas que se hallan terminando el secundario diversos tipos de argumentos de por qué no elegir la Universidad de Buenos Aires (UBA). ¿Qué hay de cierto en estas exclamaciones? A mi criterio, muy poco. En las próximas líneas intentaré esclarecer algunos conceptos y eliminar no pocos temores.

Que la adolescencia está plagada de inseguridades es cierto, pero no menos cierto es que la única de forma de romper con los prejuicios es enfrentándolos. Sin dudas, la Universidad de Buenos Aires reviste un patrimonio sin igual en el resto del mundo.

En más de una ocasión se ha intentado privatizar el sistema educativo terciario en la Argentina y, gracias a la militancia estudiantil, no se ha logrado. De por sí, este compromiso social que acarrea la UBA, es un argumento interesante para optar por ella. La Educación pública no conlleva fines de lucro, se puede decir que la mayor animosidad del proceso educativo es a su vez el progreso de la Nación. Un claro indicio de esto es la insistencia del gobierno nacional en motivar económicamente a los estudiantes de carreras de ingeniería de las universidades públicas.

Otra razón, quizás la más importante, para elegir la UBA es la calidad y pluralidad de sus contenidos. No hace falta cursar más de una semana para sentir cómo la Universidad abre el pensamiento a dudas que nunca antes habían surgido.

Por caso ¿Alguna vez te preguntaste por qué sos como sos y hacés lo que hacés? ¿Qué nos motiva? Pocas cosas son las que escapan al campo de la sociología y ninguna de ellas es obviada por la Universidad mas prestigiosa de América Latina.

El mayor miedo que ronda por la cabeza de los estudiantes es la dificultad de los contenidos dictados en la UBA.

No es para nada imposible, de hecho, si uno elige bien la carrera, termina por extrañar las cursadas en épocas de receso. No se trata de inmiscuirse en los pormenores de cada texto, sino de captar sus contextos. Una vez entendido, ya ningún apunte, por extenso que sea, causa pavor.

Comúnmente la distancia representa otra barrera para la comunidad estudiantil.

Pero, ciertamente, siempre que uno elige, pierde. Por elegir algo, necesariamente se está abandonando otra cosa. Entonces, es cuestión de establecer un orden de prioridades y decidir si uno prefiere perder tres o cuatro horas diarias o un cúmulo de conocimiento invaluable.

Probablemente haya muchas mas cuestiones para analizar, pero estas me parecieron las mas importantes para inclinarse por la educación pública. Es la cultura, el escape del sistema represor. Como dijo Rosa Luxemburgo: ''Quien no se mueve, no siente las cadenas''.