Si cada vez que "tu" equipo juega no proyectas en ellos algún aspecto tuyo, el deporte no tendría ninguna gracia. Cuando gana, ganás, cuando pierde, perdés. Está bien. Ese es el chiste. Psicológicamente sería imposible verlo de otra manera. El problema es cuando estas proyecciones se vuelven masivas. El equipo pasa a ser "la vida". Para que esto ocurra, debe darse una condición fundamental: la vida del sujeto, por sí misma, carece de sentido. Es ahí, cuando el equipo, pasa a ser "la razón de mi existir", "un sentimiento inexplicable". La proyección, por supuesto, es inconsciente.

Ocurre por fuerza.

Explicado de otra manera. Todo ser humano nace con una pasión y ganas de vivir increíbles. Al no poder ser puestas en el propio desarrollo, serán utilizadas por "otro". Por fuerza, deberán ser depositadas en el primer objeto receptivo de proyecciones. Puede ser un club, un cantante, un político, una política, una ideología, alguna religión, alguna xenofobia, en fin, todo aquello se muestra como un seductor de la pasión originaria del ser humano. Los equipos de Fútbol, son un excelente receptáculo. Se mantienen activos y, pequeña casualidad, se producen justo los días cuando el trabajo monótono y sin sentido termina. Es momento de vivir. De sentir esa pasión. De gritar. De llorar.

Eso, en un sentido lúdico, no daña a nadie.

La complicación se da por la ceguera de las proyecciones, llegando a gravedades insostenibles cuando son masivas. Así como se proyecta todo lo bueno y lo constructivo, hacia un lado, todo lo negativo y lo repulsivo, también será proyectado, pero hacia otro lugar. Nace necesariamente la "rivalidad", el "otro". A nadie le gusta verse al espejo: ese espejo te dice que tu vida no tiene sentido y la estás proyectando en una fantasía de ser parte de algo "más grande".

Resulta tan asombroso como revelador que todas las hinchadas del fútbol argentino, se acusen el uno al otro de ser "pecho frío". ¿No estará viendo en el otro la propia muerte de su "pecho"?

Vivimos en una sociedad donde se alientan las rivalidades. Desde la prensa, la política, la educación y la familia, estas proyecciones son alimentadas.

He conocido casos donde amigos de años han llegado a insultarse gravemente, incluso a cortar relaciones, por determinados partidismos políticos.

Las proyecciones son ciegas, un numinoso . Como dice alguna canción futbolera, "es una pasión inexplicable", "un sentimiento", "no puedo parar". Es automático. Tu mente está cantando ahora eso. Así funciona. No sabés por qué, pero algo tomó tu energía. Ahí está, proyectada en tipos millonarios, en algunos casos multimillonarios, con determinados colores.

El problema sólo superficialmente es cultural. Si la prensa, los políticos, en fin, casi todo el mundo alienta este tipo de proyecciones, cambiaran, ayudaría.

Pero el origen del problema surge cuando en una persona existe energía que no se utiliza.

Necesariamente tendrá que proyectarla en algo.

A nadie en este mundo le sirve que existan "hinchas". A nadie, ni siquiera y fundamentalmente a los propios "hinchas". Sé consciente de eso. Buscá. Investigá. Algo vas a encontrar. Algo que te sirva a vos y a los demás. Y si no encontrás, seguí buscando. Ninguna vida nace para ser proyectada.