Somos un país agropecuario, eso nos diferencia de muchos y es un plus en commodities para Argentina. Si lo entendieran los gobiernos, hoy seríamos un país con grandes chances de avanzar en otras áreas.
Pero estos últimos diez años, lejos del discurso oficial de "década ganada", han dejado a los productores en pésimas condiciones, eliminando calidad de tierra, porque si no siembran soja se funden (y sembrando soja apenas sobreviven con déficit), desnaturalizando el campo, perdiendo empleos, porque es imposible con las retenciones más impuestos, más tasas, más ingresos brutos, que un productor pequeño o mediano pueda sostener empleados.
Las extensiones no rinden, los productores no pueden mejorar sus instalaciones, los tambos cierran, no se pueden mantener empleados, y el mundo habla del boom de la producción, mientras nuestro campo se descascara frente a gobiernos corruptos que solo propician planes populistas para salvar sus inmensas fortunas.
Hace años que trabajan a pérdida, desmoralizando la producción no se crece. El campo argentino sostiene sueldos estatales y políticas populistas con retenciones inconstitucionales, o al menos irracionales que lo obligan a sostenerse con un 17 % mínimo de pérdida sobre cada cosecha.
El actual Gobierno, destila veneno pero tiene socios que con grandes extensiones negocian con ellos, mientras el verdadero productor se limita a jadear por un crédito que nunca llega o un estímulo que no existe.
Por otro lado, los candidatos no pronuncian la palabra, no hablan del tema, ni de la producción. El agro no está en agenda, Ni Scioli, ni Macri, ni Massa, ninguno se anima a tomar las riendas, porque saben que significaría reducir el gasto público que hoy pagan los pequeños y medianos productores argentinos.
Es cierto que hay que dar valor agregado, industrializar y demás, pero sin commodities, ¿A qué le dan valor agregado? Sería hora de reflexionar, de pensar una economía a largo plazo, de dejar las dádivas y reemplazarlas por trabajo, de promocionar políticas productivas y premiar el sacrificio del interior, que hoy por hoy sostiene vagos mientras los políticos tiran la pelota de las retenciones Campo Afuera.