Mucho se ha escuchado sobre los valores de nuestra sociedad, e incluso de la pérdida de los mismos en la actualidad. Particularmente no creo que sea tan así. Nuestros valores bajaron de puesto en nuestro ranking a causa de un fenómeno que ha crecido inusitadamente estos últimos años. La muy pronunciada "doble moral o doble estandar". Son muy pocos los temas y personas que- por suerte- no se encuentran contaminados por tamaño virus social. Entre los temas más atacados por dicho virus son variados y van desde el aborto, a los DDHH, hasta la Justicia.



Cuando se habla de una persona íntegra se dice que es aquella que posse o tiene valores y los respeta. Pero cuando una persona opta también por defender personas- por simpatía, alineación política- debería mantener la defensa de esos valores que considera valiosos.

El problema de la doble moral empieza cuando se elige defender personas, sea líderes políticos, periodistas, formadores de opinión, y relegar los valores a un segundo plano. Eso genera que ante actos similares, igualmente despreciables, nuestra actitud sea distinta según quien sea el responsable político en cuestión. En un caso gritaremos, asistiremos a marchas, levantaremos banderas y en el otro mantendremos la boca cerrada y asentimos mansamente.

Para dar un ejemplo.

Muchos en Córdoba repudian- y con razón- la policía represiva del Gobierno Provincial, pero quizá a más de uno de ellos se le cruce por la cabeza votar a Scioli, responsable político de la Bonaerense, la que en 2009 llevó a cabo el asesinato y desaparición de un pibe humilde llamado Luciano Arruga. Con esto quiero decir que quienes opten defender personas en detrimento de sus valores ¿Han perdido su integridad?

No, para nada. Sólo son víctimas de esta enfermedad social.

Dicha enfermedad es alimentada constantemente por los medios de comunicación, tengan la orientación que tengan, dando lugar al espectáculo de la política donde los periodistas se parecen cada vez más a vedettes de teatros de revista, y no tienen la mínima intención de proponer las discuciones sobre temas profundos que nos afectan a todos por igual.

Lo cual no es raro, no lo hacen los políticos, menos los periodistas.

Sumado a la "antimonia actual o grieta", se puede dar el combo con prácticas fascistas practicadas por personas de diferentes colores políticos. En que consisten dichas prácticas; En anular al otro. En considerar que como otra persona tiene determinada ideólogia o partido, su opinión no debe contar, o no es capaz de brindar un argumento atendible, o de decir la verdad; Porque- y esto es lo más cómico- en el fondo es mala persona. Sí yo me considero mejor persona que otra, eso no genera que mis argumentos sean superiores o más atendibles. Sí lo creo, me convertiría en Fascista.

Un camino de salida, o un ejercicio necesario para recuperarse de este virus, es bregar por- y realizar- un análisis despersonalizado de los acontecimientos políticos.

Argumentar en base a ideas, ser claros a la hora de expresarse y no considerar o limitarse a decir que quien no comparte mi idea es mala persona. Eso además de cerrar todo posible debate, es una actitud por demás inmadura.