Como adultos, apreciamos esa capacidad que hemos desarrollado para definir al mundo de acuerdo a nuestras experiencias. Nos sentimos capaces de reflexionar sobre todo aquello que nos rodea y poder así establecer parámetros para entendernos. Estamos acostumbrados a ser incuestionables, a validar el universo a través de la propia vivencia.

Las redes sociales nos dan una falsa sensación de felicidad y omnicomprensión absurda que nos cierra los ojos; somos víctimas de la necedad más recalcitrante, retroalimentados por los medios de comunicación que proponen una visión totalitaria del entorno.

Es por ello que cuando "Casa de las Estrellas. El Universo Contado Por Niños" del antropólogo y docente colombiano Javier Naranjo salió a la luz, el impacto fue avasallante. La propuesta de Naranjo fue llevar adelante un diccionario estrictamente escrito por niños, donde se recopilan alrededor de 500 palabras y sus definiciones escritas por infantes de entre cuatro y doce años. Los resultados fueron sorprendentes.

Casa de las Estrellas no es solo un diccionario más, sino que invita a una profunda reflexión crítica del mundo que nos rodea a través de los ojos de un niño. Es por ello que Naranjo se sintió profundamente cuestionado ante declaraciones del porte de "Las iglesias son lugares donde vamos a perdonar a Dios", escrita por Natalia Bueno, una estudiante de cinco años.

Enunciaciones impensables y profundos cuestionamientos al imaginario cultural aparecen junto a palabras de uso cotidiano. Es inevitable detenerse un buen tiempo en cada una de las definiciones y tratar de caber en la lógica de las mentes brillantes detrás de cada párrafo. Para leer el diccionario de Naranjo hace falta hacerse pequeño para luego poder hacerse grande.

Juan Camilo Hurtado tiene ocho años y para él paz es "cuando uno se perdona". Adelaida Restrepo, de diez, define al amor como "lo que hace a los niños". La comprensión holística de estas definiciones por parte de un adulto requiere mucho más que bajar al nivel de los jóvenes colaboradores: "Tenemos que ponernos a su altura", explicó el autor en una entrevista para BBC Mundo.

Los niños indiscutiblemente tienen otra forma de entender el mundo, y esta es una gran oportunidad para permitir que se nos revelen cosas que, como adultos, hemos olvidado.

La arquitectura misteriosa detrás de la mente infantil se nos presenta como una bofetada de realidad que pone en tela de juicio nuestra percepción del universo y nos recuerda que somos adultos, pero no por "haber llegado a nuestro mayor crecimiento o desarrollo", como nos define el diccionario de la Real Academia, sino simplemente por ser un "niño que ha crecido mucho", como explica Camilo Aramburo, de 8 años.

Publicado por primera vez en 1999, el libro fue reeditado en 2005, 2009 y 2013 y fue un éxito en la Feria del Libro Internacional de Bogotá de ese último año.

Más allá de los números resultantes de la venta de la publicación, el éxito de Casa de las Estrellas pasa por otro lado (como explica Pepino Nates, de 11 años, dinero es "el fruto del trabajo, pero hay casos especiales". Los niños que colaboraron con el diccionario (a lo largo de casi diez años) nos compelen a entender el universo con los ojos de la inocencia. Ese universo que, según Carlos Gómez (12) es "la casa de las estrellas".