Por estas horas en que se pone en duda la continuidad de Gerardo Martino como director técnico de la Selección Argentina y se habla por lo bajo de un posible alejamiento de Lionel Messi, la primera incógnita que surge, es la del recambio.

Es cierto que hay una nueva camada de jugadores jóvenes que están teniendo un buen presente en las ligas europeas y seguramente merecen una oportunidad en el equipo nacional. Pero eso no es lo que está en cuestión. En estos días posteriores a la derrota en la final de la Copa América, tanto aficionados como periodistas de los principales medios especializados del país -como el sitio Infobae y los diarios Olé y La Nación-, se han encargado de condenar al grupo de jugadores que viajó al torneo continental, alegando que "ya cumplieron su ciclo"

¿Sería positivo cambiar radicalmente la nómina de futbolistas del equipo argentino?

Posiblemente no. Además de las divisiones que esto podría causar en el grupo y de dar por finalizado un proyecto que viene manteniendo una base de jugadores desde hace un largo tiempo -aunque no así una filosofía de juego- parece bastante ingrato por tratarse de un plantel que logró llegar a dos finales en apenas un año.

Y sí, es verdad, perdieron ambas -aunque en los 90' los dos partidos finalizaron empatados- pero también es cierto que alcanzaron algo que hace mucho tiempo no se conseguía.

Pero, ni los logros, ni los récords fueron lo más importante que estos futbolistas obtuvieron. Le devolvieron la ilusión a un país. Una ilusión que después de los Maradona, los Caniggia y los Batistuta, parecía haberse perdido para siempre.

Volvieron a convertir a la Selección Argentina en un equipo temible y ganador.

Y no es que los jugadores que hoy conforman el plantel albiceleste deban continuar a modo de homenaje. Algunos efectivamente han cumplido su ciclo y es lo lógico que se le dé la chance a otros. Pero, en muchos de los casos, estos futbolistas han demostrado que aún están a la altura de las circunstancias, por lo cual se vuelve inentendible que se exija que dejen de ser convocados, como si por haber jugado en el equipo durante mucho tiempo y no haber conseguido títulos caducaran sus oportunidades.