En los últimos meses, desde el periodismo anti kirchnerista ha hecho hincapiéen la idea de que el gobierno está aplicando un supuesto"plan bomba", esto es: entregar el país con un déficit fiscal en torno al 7 por ciento, un 24 por ciento de inflación, y un dólar atrasado, con reservas en baja. Siempre lineales, los conservadoressolo encuentran una solución: ajuste y devaluación.
Los candidatos opositores se muestran abiertamente de acuerdo con los medios. Pero lo curioso, es que con esto también parece coincidir Daniel Scioli, quiensegún casi todos los sondeos, será presidente a partir del 10 de diciembre.
Scioli es el candidato al que el gobiernose debió resignar, y el kirchnerismo duro apoya sindemasiada confianza.
El saludo que elmotonauta mandó al ex presidente Carlos Menem, y el apoyo que se ganó de Eduardo Buzzi y Mónica López, ferreos opositores al gobierno, son muestras de independencia que anadie agradan en elFrente Para la Victoria (FPV)
Pero más preocupante les resultan las declaraciones del equipo de Scioli. Sus principales asesores económicos, Miguel Bein, Mario Blejer y Silvina Batakis, apuntan a que la solución a los "problemas actuales" está en atraer inversiones. El medio paraconseguirlas es el mismo que planteanMassa y Macri, "generar confianza".
Confianza es el eufemismoque los candidatos eligieronpara evitar mencionar ciertas maniobrasimpopulares:devaluación, reducción del gasto públicoy "normalización de la situación internacional", osea, arreglar con los fondos buitres.
La declaración del salteño Juan Manuel Urtubey, uno de los gobernadores más cercanos al candidato oficialista, en favor de solucionar el conflicto con los holdouts, es solo anecdótica si se lee entre líneas las declaraciones de Scioli y su entorno. La posturadel motonauta sobre que "ahora se viene la etapa del desarrollo", y su admiración histórica de la Presidencia de Arturo Frondizi, evidencian que su idea de atraer inversiones es maximizando las ganancias empresariales, y por supuesto, golpeando el poder adquisitivo de las mayorías.
Ya segurosque las chances de los candidatos opositores están apagadas, los líderes del FPV desean establecerle límites a su propio candidato para cuidar las medidas económicas que se llevan adelante desde 2003. Frente a un claro coqueteo sciolista con derechizar la economía, el gobiernodecidió dificultar un supuesto giro ortodoxo del futuro gobierno.
Se convirtió enley la Asignación Universal por Hijo y el plan Progresar, que recibirán dos aumentos anuales, al igual que las jubilaciones. Por otro lado, el Congreso establecióque paraprivatizar ,parcial o totalmente una empresa estatal, se necesita la aprobación dedos tercios de las cámaras legislativas. El oficialismo decidió que, a diferencia de la última década, muchas medidas dejarán de depender del humor del Poder Ejecutivo, para convertirse en una política de Estado.
Con esto tiene que ver el apuro por aprobar el presupuesto del 2016 antes de las elecciones. Si bien es cierto que los gobiernos no siguen al pie de la letra lo planteado por el presupuesto, hay una clara intención del gobierno de establecer que nohabrá cambios bruscos, sobre todo en el valor de dólar.
Esta es la forma que el gobierno de Cristina Fernández encontró para proteger a las mayoríasde un presunto embate futuro. Y así hubiera una sorpresa, y el ganador de las eleccionesfuera de otro partido, la intención es la misma: marcarle la cancha al próximo presidente.