Últimamente nos hemos dejado arrastrar en una espiral política que nos está dejando ver las hilachas de una sociedad, que siempre estuvo dividida, pero que últimamente no hace más que estirar esa brecha. Aparentemente nadie se acuerda lo que nos costó salir de la crisis que dejó un gobierno en el 2001, lo que nos costó en sangre, sudor y lágrimas levantar un país que fue destrozado por sus dirigentes. Personas que teóricamente tenían todas las recetas para hacer de este país uno mejor y más fuerte. Las únicas imágenes que recuerdo de esa época son sushi, champagne, Shakira, un helicóptero, violencia en las calles, desesperación y dolor.

Tratar de encontrar la esencia de lo que fuimos nos va a permitir enfrentar al que resulte presidente y decirle que haga lo que prometió, que cumpla con su palabra. Si Macri dice que va a haber pobreza 0, listo que lo haga. Que no salga con que es algo imposible de llevar a la práctica porque los costos y la mar en coche no lo dejan ver los crepúsculos de sol. Si Scioli dice que va a frenar el narcotráfico, que lo haga. Que no me vengan después con que el Chapo Guzmán tuvo un romance con Carrió y ahora tienen pruebas de que el gobierno fabrica LSD en el Pirovano, por eso tienen las manos atadas y nada van a hacer.

Vivir en democracia significa que cada uno tiene la potestad de reclamar para que el gobierno de todos haga lo mejor para todos.

Sinceramente me pareció bastante ilógico cuando Macri dijo en el Coloquio de IDEA que iba a volver con sus ministros para que los empresarios le dijeran cómo gobernar.

No me interesa entrar en discusiones políticas, si alguien cree que Macri es la solución que lo vote; si alguien cree que votar a Scioli es la continuidad de un mejor modelo que lo haga también.

Pido únicamente que seamos lo suficientemente ubicados para reclamar cuando las cosas no son como deben ser. Un cacerolazo porque no te podés ir a Miami con una valija llena de dólares me parece bastante descabellado, reclamar en todo el país porque el precio del pan subió a $20 esta genial. Pero no se hace.

Si pudimos resistir invasiones inglesas, cruzar los andes, liberarnos de los españoles, plantarle batalla a los otros ingleses que se quedaron con lo que no es de ellos (que se les frunció para ganarnos), si tenemos la voluntad para señalar con el dedo a los genocidas y aplaudir de pie a las madres y abuelas, podemos mejorar todavía.

El día que olvidemos las brechas sociales y veamos al que está enfrente como a un hermano vamos a poder decir que crecimos como seres humanos y que recuperamos la esencia de ser argentinos. No porque tengan otra bandera política son peores o mejores.

En el año 1943 (me parece) hubo un levantamiento de los pocos judíos que todavía quedaban en el gueto de Varsovia. Los alemanes no lo podía creer, estaban enfermos, medios muertos de hambre, con muy pocas armas y sin embargo enfrentaron al primer ejército profesional del mundo y estuvieron a esto de salir victoriosos. Obviamente el gobierno militar de Varsovia mandó todo lo que tenia y los aplastó sin más. Pero esa lucha sirvió de esperanza, fue un faro que les mostró a todos que los alemanes no eran imbatibles.

La crisis del 2001 nos enseño que no podemos dejar en manos de un gobierno nuestro futuro, tenemos que estar siempre atentos a que se haga lo que se prometió. Y defender a capa y espada lo que es nuestro. Después de todo, los gobiernos se terminan y cuando se van nos quedamos con los cachetes colorados de tantos sopapos que nos pegamos. Divide y conquistaras, dicen por ahí. Pero yo prefiero une y continuarás. Porque, ya lo dijo Rimoldi Fraga, argentinos hasta la muerte.