El número de pobres volvió a ser discusión, la Jueza Federal María José Sarmiento exigió al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) que explique por qué no se dan a conocer los números de pobreza desde hace dos años. El último cálculo del INDEC había marcado un 4,7 por ciento de pobres en 2013, menos que en Alemania, Suiza o Canadá. Desde 2007, durante la presidencia de Néstor Kirchner, varios índices que proporciona el INDEC están claramente adulterados
Una estadística de la Universidad Católica Argentina (UCA), marcó que la pobreza toca al 28,7 por ciento de la población, lo cual escandalizó al holding de medios opositores.
La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), gremio que resistió la intervención en el INDEC, elabora un índice que marcó el número de pobres es del 25,1 por ciento. Por su parte, la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) que lidera Hugo Yasky, señaló que la pobreza se ubicó en 17,8 por ciento en 2013, aunque estima que ese número subió por las medidas ortodoxas tomadas durante 2014.
Pero ya sea 17, 25 o 29, una de las pocas certezas, es que durante el kirchnerismo, éste número descendió considerablemente. El índice de un INDEC todavía confiable, mostraba en 2003 al 54 por ciento de los habitantes bajo la línea de la pobreza, lo que significa que por lo menos un cuarto de la población ascendió a la clase media en los últimos doce años.
La mejoría de los índices sociales tiene que ver con las medidas populares que se llevaron adelante desde el estado: paritarias, subsidios tarifarios, promoción industrial y contribuciones monetarias a los sectores más humildes, entre otras. Las medidas contracíclicas, que pusieron al consumo como el motor de la economía, lograron que no se deban hacer grandes ajustes sobre las mayorías a pesar de la crisis mundial, el declive de los mayores socios comerciales de Argentina y la caída de los precios internacionales de los productos primarios que el país exporta (principalmente la soja).
Muchos de los dirigentes y comunicadores que se opusieron a éstas medidas inclusivas, se muestran cínicamente preocupados por el alto índice de pobreza.
Aunque es cierto que la intervención del INDEC ordenada por Kirchner para frenar la inflación, no tuvo ese efecto, y además, le quitó una herramienta a los sindicatos para negociar las subas salariales.
Por otro lado, puso en duda toda palabra oficial, y le dio entidad a consultoras privadas que, en defensa de ciertos intereses, proporcionan números también dudosos.
Quienes nunca se angustiaron por combatir la pobreza, hoy se muestran preocupados por conocer el porcentaje que la representa. Se debe exigir que desde el estado se brinden estadísticas confiables, pero también es necesario que se siga interviniendo en la economía en beneficio de las mayorías. Hay que tener cuidado con quién se coincide, ya que muchas veces, la crítica al gobierno es un ataque enmascarado al estado interventor, el cual es necesario para seguir achicando la brecha social.