Los riñones son una compleja maquinaria de purificación. A diario, purifican unos 200 litros de sangre para filtrar unos 2 litros de desechos y exceso de agua que resultan del metabolismo del cuerpo humano, permitiendo la eliminación de este filtrado en forma de orina., además moderan el balance de ácidos evitando su excesiva acumulación en el organismo. También tienen un rol importantísimo en la regulación de la presión sanguínea y en la producción de hormonas tales como la eritropoyetina, que controla la producción en la médula ósea de glóbulos rojos.
Otra de sus funciones es regular la cantidad de calcio en sangre y la producción de Vitamina D necesaria para la mineralización y fortalecimiento de los huesos.
Por todas estas razones es de suma importancia mantener sanos a nuestros riñones y darles el cuidado que merecen. A continuación te decimos cómo identificar cuando algo no anda bien y cómo evitar que enfermen.
Señales de alerta
Los riñones son un verdadero centro de purificación de nuestro cuerpo: filtran la sangre, retienen y eliminan los residuos.
Cuando nos quejamos de molestia en los riñones, en realidad se trata de un dolor muscular en la parte inferior de la espalda. Resultado: la insuficiencia renal muy a menudo es detectada demasiado tarde.
El reto es entonces proporcionar cuidados a un órgano indoloro: fatiga, hipertensión, hinchazón en las piernas o sangre en la orina no son síntomas específicos de la disfunción renal, pero sí deben alertarnos y llevarnos a visitar al médico.
Para aliviarlos
¡No bebas demasiada agua! Tenemos tendencia a hacerlo con la idea de que eso facilita el buen funcionamiento de los riñones.
Sin embargo, como dice el nefrólogo Gilberto Deray, "beber no elimina nada", contrario a lo que suelen decir en los anuncios publicitarios. "un litro y medio de agua o dos litros es una cantidad aconsejada en casos de cistitis o de cálculos renales. Nunca más de eso. Y con beber un litro diario es suficiente para mantener el buen funcionamiento de este órgano sin forzarlo", subraya el nefrólogo.
Limita tu consumo de sal, ya que esta provoca la aparición de cálculos renales y también el consumo de antiinflamatorios no esteroideos, como el iboprufeno o el paracetamol. El uso excesivo de estos medicamentos, además de afectar el estómago, tiene efectos nocivos sobre los riñones.
¡Atención con los regímenes ricos en proteínas! Limita su ingesta, sobre todo las de origen animal (carne, huevo, pescado, productos lácteos). El proceso de asimilación de las proteínas produce un aumento en la actividad renal ya que son los riñones los encargados de eliminar la urea (uno de los residuos que resulta de la síntesis de las proteínas). Evita consumir ese grupo de alimentos más de dos veces al día y procura preferir las carnes magras, los pescados, así como las ricas en proteínas vegetales presentes en la soya, los cereales y las leguminosas.