Con el ritmo de vida que esta sociedad nos impone, es bueno encontrar una actividad que nos ayude a localizar un punto medio para mejorar nuestra calidad de vida, y en este sentido, el yoga se presenta como una buena opción. Se adapta a cualquier edad, a cualquier impedimento físico y mental, se puede practicar en cualquier horario y cualquier espacio es bueno -y si tenemos el beneficio del sol y el aire, ¡mucho mejor!-.

La música suave permite la relajación y a crear un clima propicio, y contribuirá de mucho si tenemos la posibilidad de contar con una cascada o con el sonido de agua natural. Es muy importante también lograr una concentración adecuada, para que los ejercicios cumplan con su cometido.

En mi caso particular, mi profesor de yoga es kinesiólogo, lo que resulta más conveniente, porque tiene más cuidado con los problemas físicos que presenta cada alumno-paciente. Esto da una seguridad extra porque uno se siente sumamente protegido.

Aunque no todos los profesores de yoga cuentan con conocimientos de kinesiología, si adquieren otra mirada del cuerpo humano en el estudio de los distintos chakras, tendrán la facultad de verse en la necesidad de hacer un seguimiento personalizado de cada alumno.

Es un método de ayuda muy completo. Una vez que se logra el dominio de los distintos tipos de respiración, cuando se tiene problemas de insomnio, por ejemplo, unos ejercicios adecuados de yoga permitirán que descanses plácidamente sin necesidad de recurrir a medicamentos.

Para personas con dolores posturales es totalmente recomendable, y para quienes padecen hernias de disco, ya sean lumbares o cervicales, los beneficios son altamente provechosos.

Quienes sufren migrañas, vértigos, y mareos, producto de mucho estrés o por desarrollar trabajo sedentario -como muchas horas en oficinas-, pueden hacerse de un recreo de media hora y realizar unos ejercicios básicos para mejorar su calidad de vida diaria, y a largo plazo también.

Practicar yoga puede ser una buena manera de empezar nuestro día.