Están muy de moda en todo el mundo los restaurantes de comida y bebida saludables, en los cuales el ambiente siempre es muy cálido y acogedor. Donde, desde el mozo hasta el cocinero inspiran una sensación de paz, amor y sobre todo, de amistad total hacia la naturaleza.
Me gustan porque están siempre muy bien decorados con gran cantidad de plantas y delicados detalles que invitan a quedarse a pasar un agradable momento.
Soy asidua concurrente a uno de esos pequeños oasis en mi ciudad, donde las primeras veces comía sin saber bien qué y no recordaba ningún nombre de lo que me ofrecían. Así y todo disfrutaba todo con mucho entusiasmo y aprendía por qué a las personas que están atendiendo en ellos les apasiona dar detalles y consejos sobre sus productos.
Gracias a ellos conocí el café de algarroba, brevaje mágico si los hay. Compré este rico café y ahora lo preparo en mi casa con mucha dedicación y lo ofrezco cuando me visitan mis amigos, acompañado con otra delicia, como son las nueces pecán con chocolate.
Recomiendo beberlo no sólo por sus beneficios, que no son pocos, sino por su sabor dulce natural, que lo hace delicioso sin necesidad de agregar ningún endulzante.
Más allá de sus beneficios corporales, creo que disfrutar de un café de algarroba bien calentito es un placer para reconfortar el alma...
Estoy segura de que con la vida acelerada que llevamos, estos diminutos placeres son lo más cercano a la felicidad tan soñada.
Los invito a degustar esta bebida frente a la chimenea, en un mullido sillón, con el perro acariciando nuestros pies y con un compañero fantástico como es un libro. Me atrevo a recomendar uno que me encantó; es un libro entre romántico y melancólico del desaparecido autor japonés Yasunari Kawabata cuyo título es "Lo bello y lo triste", o el que ustedes crean conveniente y adecuado para el momento. ¡Salud!