Todo evoluciona, es un hecho. En la selección natural, los organismos se modifican y se adaptan a las nuevas condiciones para sobrevivir. Lo mismo sucede con el hombre, así como también con sus propias creaciones, entre ellas el lenguaje y la escritura. Una de las más recientes ha logrado hoy en día formar parte de nuestra vida cotidiana de tal manera que cualquier evolución futura sería obsoleta sin ella: internet.
El término tiene un amplio significado que trasciende la mera descripción técnica de su funcionamiento, y sería de carácter arcaico negar su fuerte influencia e impacto en el hombre moderno.
Una de las principales ventajas que aporta es la descentralización de la información y el rápido acceso a la misma, facilitando nuestro trabajo y ahorrando tiempo. Tal es así, que hemos llegado al punto de dar por hecho contar con una red de inimaginable tamaño capaz de darnos lo que queremos cuando lo queremos, reduciendo el tiempo de espera a casi un mínimo. Esto se debe, en gran parte, a la creación de los motores de búsqueda, destacándose el gigante y popular Google.
Éste provee toda la información disponible en la red de una manera accesible e intuitiva, llegando a convertirse en el mayor referente del sector y hasta monopolizando el servicio. Su funcionamiento ha sido modificado y mejorado con el paso de los años, en un lapso de tiempo considerado corto para el nivel alcanzado.
Pero aun así, como todo lo demás mencionado anteriormente, la forma en la que buscamos información online debe evolucionar para adaptarse y sobrevivir a los cambios de la sociedad. ¿Cuál sería entonces ese próximo paso en la escala evolutiva? La respuesta puede ser más clara de lo que se piensa. Estos motores principalmente basan sus búsquedas en texto, en palabras que el usuario escribe y relaciona, frases o citas, que sirven para traer resultados relacionados.
Se basan en lo que se denomina palabras claves. Pero ¿qué hay de aquellas cosas que queremos buscar que no pueden expresarse puramente en texto? ¿Podrían los motores de búsqueda adaptarse a esa nueva necesidad?
Surge así el Visual Browsing, o “búsqueda visual”, una tentativa de redefinir el concepto de búsqueda en Internet en la cual no nos contentaríamos sólo con escribir lo que queremos buscar, sino en mostrarlo.
Hay cosas que queremos y que no sabemos cómo decirlas sólo con texto. Necesitamos algo más, una referencia.
Pero el Visual Browsing no sólo nos permite mejorar nuestras búsquedas, sino que a través de objetos y de referencias visuales podríamos buscar –y encontrar, posiblemente- nuevos sentimientos y emociones sobre todo lo que nos rodea. Encontraríamos resultados que responderían a nuestras preguntas más inquietantes de manera visual y consecuentemente emotiva.
Podríamos tomar una foto de algo que vemos en la calle, que nos genera preguntas, y esta nueva forma de búsqueda arrojaría resultados multisensoriales, respuestas tanto intelectuales y cognitivas como emotivas y sentimentales.¿Es el Visual Browsing el próximo paso en la evolución de internet?