Cuando comencé mis primeros pasos como guardia de unidades blindadas el 1 de noviembre de 2007, buscaba convertirme en un buen y experimentado custodio, tomando como base el entrenamiento que tenia luego de haber pasado por la infantería de marina durante catorce años.

El 29 de abril de 2009 me levanté a las cinco de la mañana para ir al trabajo como todos los días aunque algo me decía que no debía ir. Aún así me presenté en la planta de la localidad de la Boca. Como siempre retiré mi chaleco, escopeta y pistola, las cuales verificaba que estuvieran en correcto funcionamiento.

Luego, me fui a la zona de descanso de la compañía. Aproximadamente a las 08:30 el jefe de recorrido me informa que si podría cubrir un lugar en una unidad de emergencia y luego me pasaban a buscar, era una carga de emergencia del Banco Provincia de Ituzaingó, y como era el único guardia viejo con experiencia, no me podía negar.

Salimos con la tripulacíón completa de cuatro hombres. En el transcurso del viaje pedimos apoyo por la importancia del caudal de dinero que se transportaba y como era de esperarse estaba retrasada. Al llegar al lugar tomamos las medidas de precaución y nos piden que realicemos un levante de dinero en el camino, por lo cual nuestra negativa no se hizo esperar y nos presionaron para que efectuáramos el movimiento.

Dicho y rectificando el pedido de apoyo, fuimos al lugar y nos sorprendió un grupo comando fuertemente armado con armas de distintos calibres,todos a cara descubierta.

Lo más importante de resaltar es que aquellos delincuentes eran profesionales, de distintas fuerzas y el que comandaba todo quedó mano a mano apuntándome en la cabeza como yo a él, en ese momento exclamó: ¿por qué te la vas a jugar?

Ese día terminé con mi cabeza lastimada y antes de irse me tiraron un par de balazos por intentar reaccionar, el chaleco antibalas salvó mi vida.

El resultado del golpe comando fueron tres hombres heridos y una suma de 18 millones de pesos de los cuales la empresa solo blanqueó 11. Un mes después mi hija fue interceptada y le sacaron el celular, el cual aparece en la puerta de mi casa con un mensaje: "ojo, sabemos quién sos y lo que declaraste".

Tuve que mudarme de casa y fui despedido por la empresa después de trabajar durante cuatro años.

Me sentí indignado y la única respuesta por parte de la misma fue que somos números reeplazables y que siempre habrá uno que cubra nuestro lugar ingrato y cruel. La empresa fue golpeada cuatro veces y en una de las veces más graves dos compañeros quedaron incapacitados de por vida.