La reciente entrega de esculturas religiosas con simbología comunista, de parte del presidente de la República de Bolivia al Papa Francisco llamó la atención de muchos.
Marcos de referencia
Según me enseñó el periodista Jon Krakauer, en su libro 'Por mandato del cielo', quienes escriben sobre religión tienen la responsabilidad de darle a sus lectores una explicación sobre su propio marco de referencia teológica. He aquí el mío: soy cristiano adventista y creo en la Biblia como fuente de autoridad en materia de fe cuyos escritores fueron inspirados por Dios al escribir sus libros.
Con mis muchas imperfecciones procuro poner en práctica lo que allí aprendo.
También creo importante dar mi marco de referencia política: tengo gran afinidad por el liberalismo libertario y el minarquismo. Creo que un Estado mínimo que no interfiera con la vida privada de los individuos, siempre que sus decisiones no perjudiquen a terceros, es lo ideal.
¿Es coherente o contradictorio ser cristiano y comunista?
Por supuesto que hay quienes dicen ser cristianos y comunistas y no soy quién para juzgarlos por tener esas convicciones, aunque sí las considero contradictorias. Paso a explicar a continuación el porqué:
1. Propiedad privada.
El cristianismo bíblico aprueba la propiedad privada sobre el trabajo y los medios de producción.
Sobre el padre de la fe, el Antiguo Testamento asegura que “Abram era riquísimo en ganado, plata y oro” (Génesis 13:2). También, en el Nuevo Testamento puede leerse que José de Arimatea, uno de los discípulos de Jesús era “un hombre rico” (Mateo 27:57) sin que se presente objeción alguna sobre esto.
Ya en los Diez Mandamientos se observa la prohibición de robar (Éxodo 20:15).
No sólo eso sino que codiciar la propiedad de otra persona es considerado un pecado (Éxodo 20:17). Según se detalla en este último versículo, los medios de producción son parte de esta propiedad privada.
Hay quienes dicen que la primera comunidad cristiana era comunista. Basan su creencia en Hechos 2:44-45: “Y todos los creyentes estaban unidos, y tenían todas las cosas en común.
Vendían sus posesiones y bienes, y los repartían a todos, según la necesidad de cada uno”. Pero esto es precisamente lo opuesto al comunismo y a cualquier estatismo: es un grupo de personas que libremente comercian y distribuyen sus ganancias como se les da la gana según lo que ellos consideran correcto sin inferencia estatal.
2. No agresión y defensa de la libertad
La ideología que más muertes a producido en la historia de la humanidad es el comunismo. Según estimaciones realizadas, 100 millones de personas fueron asesinadas en su nombre. ¿Cómo podría esto ser compatible con una religión que prohíbe el asesinato (Éxodo 20:13) y que entiende que cada uno es responsable de las acciones que comete y si quiere no obedecer la Ley divina, incluso cuando esto resultare en su perjuicio personal, está en su derecho a hacerlo (Génesis 2:16-17)?
No hay respuesta a tal interrogante.
El hecho de que estatistas anti-comunistas también hayan cometido aberrantes crímenes no invalida la realidad de lo aquí presentado. Por el contrario, deja más en claro que todo totalitarismo es perjudicial y que el único gobierno perfecto será el Reino divino que ha de venir. Mientras tanto, sólo se puede elegir la mejor de las imperfectas opciones posibles: aquella que defiende las libertades individuales por sobre todas las cosas.