Luego del 10 de diciembre, y ya con un nuevo poder ejecutivo en funciones, se deberá encarar la tarea de corregir las irregulares designaciones de fiscales y jueces sin la debida independencia y con una sospechada parcialidad hacia el actual Gobierno, que viene realizando el kirchnerismo y que seguramente seguirá haciendo hasta la fecha en que deba traspasar el poder. Pero habrá un obstáculo muy difícil de sortear y que será evitar caer en los mismos autoritarismos actuales y conseguir arreglar la independencia de forma democrática y transparente.

Las actuales designaciones de miembros de poder judicial que está realizando el oficialismo están sospechadas de no ser imparciales, ya sea porque la realizan con los votos de sus integrantes afines en el Consejo de la Magistratura, como se vio en la remoción del Juez Cabral, o porque los designados confiesan abiertamente pertenecer a una agrupación llamada "Justicia Legítima" que apoya visiblemente al gobierno actual, tal el caso de la Procuradora General Gils Carbó.

Pero para desandar este camino y volver a una justicia imparcial e independiente deberán realizar remociones y designaciones y de nada servirá valerse de los mismos artilugios que se están usando ahora porque claramente se volverá a viciar de sospechas a los juzgados.

Y aunque la conformación del nuevo congreso dependerá mucho del resultado de las elecciones ya se avizora un escenario donde el nuevo oficialismo no dispondrá de los votos necesarios para revertir la leyes que permiten estos manejos ni para nombrar jueces titulares sin la necesidad de negociar en el recinto, principalmente con el kirchnerismo que seguramente será la nueva primera minoría.

Si se deja la justicia como llegue al 10 de diciembre mantendrá una imagen de parcialidad manifiesta hacia el kirchnerismo, si se la intenta corregir forzando los cambios en los jugados a discreción del nuevo gobierno seguirá con una imagen de dependiente, aunque ahora del nuevo gobierno, y si se negocia para conseguir los votos para las designaciones de los jueces y fiscales se pensará en arreglos e intercambio de favores con lo cual seguiremos viendo a la justicia como algo corrupto.

De este análisis podemos ver cuán difícil será sanear el nombre y la credibilidad del Poder Judicial y devolverle la imagen de justicia independiente e imparcial que indispensablemente necesita percibir la ciudadanía en un estado democrático como el nuestro.