Para muchos parece que fue ayer cuando conocimos a unos extraterrestres que llegaban a bordo de unas enormes naves espaciales y que, bajo un aspecto humano y una engañosa amabilidad, prometían ser aliados para, a cambio de productos químicos necesarios para su planeta, compartir la avanzada tecnología que los acompañaba. Eran los lagartos de V, la serie de televisión de ciencia ficción que marcó a una generación entera de espectadores que no se despegaban de la pequeña pantalla cada vez que iba a comenzar un nuevo capítulo. Bien, pues el ayer al que hacía referencia al inicio se remota ya a 30 años.

30 años de una serie que comenzó siendo miniserie y que vio su duración ampliada por el éxito cosechado por una idea que no por sencilla dejaba de funcionar con efectividad.

Mike Donovan, Julie Parrish, o el gran Ham Tyler, ese Michael Ironside tan mítico que cada vez que su nombre aparece en los créditos de cualquier película es motivo para que los fans aplaudan en el cine. No es para menos, además de a Tyler interpretó otro papel inolvidable en Desafío total, y eso sus seguidores se lo tienen muy en cuenta y se lo agradecen de dicha calurosa manera. Ellos tres eran La Resistencia, la Quinta Columna, que luchaba contra el sistema impuesto por los extraterrestres, llamados familiarmente lagartos, ya que escondían esta, su auténtica piel, tras la humana que adoptaban para no levantar sospechas.

La malvada Diana, con su segunda al mando, la envidiosa Lydia, eran quienes estaban a la cabeza de las naves y de los planes que se urdían en ellas.

Lagartos con menús consistentes en aves, tarántulas y sobre todo ratones, en ese plano mítico en el que Diana engullía a placer uno descomunal, para el que se producía un corte que se notaba perfectamente para que el efecto pudiera montarse por separado, insertado en el metraje del capítulo.

En su día nos dejó, nunca mejor dicho, con la boca abierta, pero eran los ochenta y era lo mejor que podía hacer entonces y, de hecho, solo se alabó ese momento que quedó para la posteridad. Puede que aquello se vea hoy con los ojos de quienes han visto la evolución de los efectos hasta una perfección casi imposible de superar, y nos resulte naif e infantil, pero son detalles menores y en general la serie sigue funcionando hoy como entonces con una dignidad apabullante.

Los 30 años que cumple los lleva mejor que muchas series que, tras varias temporadas, ya han envejecido sin haber terminado de grabarse. Celebremos entonces con los lagartos su buena salud y brindemos con Julie, Mike y Tyler por otros tantos años de revisionados de los episodios en los distintos formatos domésticos en que ahora se reeditan.