Aunque los defensores a ultranzadel fernet con coca quieran imponer otra cosa, el vino es la bebida Argentinapor excelencia.  No cabe discusión. Elvino es el fiel compañero tanto de asados domingueros como de los mássofisticados eventos, y la proliferación de escuelas y cursos de sommeliers, dancuenta de la predilección argentina por esta bebida.

Ahora bien, a la casi infinita variedad ytintes de vinos argentinos, hay que sumar, a partir de ahora, un hallazgoúnico: el vino en polvo. Un grupo deinnovadores investigadores del CONICET y de la Facultad de Ciencias Agrarias dela Universidad Católica Argentina (UCA) desarrollaron una bebida que poseetodos los componentes saludables del vino tinto sin perder las particularidadessensoriales de este bíblico líquido.

Muchos podrán argumentar que el“vino de laboratorio” pierde magia frente al vino de alguna bodega escondidadel Valle del Uco o Cafayate, pero aquellos escépticos, no deberían descartareste nuevo descubrimiento sin antes evaluar sus múltiples ventajas: esta bebidaproporciona las grandes ventajas salubres que los médicos atribuyen a una buenacopa de vino tinto, sin correr con el riesgo de alcoholizarse. Y todo estoconservando el particular sabor y olor que lo caracterizan. ¡Una maravilla!

En un estudio llevado a cabo porla OMS en el año 1989, se descubrió que uno de los factores por los que enFrancia se sufrían menos ataques cardiovasculares que en otros países, era elalto consumo de vino tinto. A partir de esta información, los investigadoresargentinos idearon un proyecto para hacer un vino en polvo que pudiera mantenerlas propiedades saludables (conservando una alta concentración de polifenoles,que son los que poseen los componentes biológicos positivos) pero sin lacontrapartida insalubre, que es el consumo de alcohol.

De esta manera, partieron deljugo de uvas fermentadas y, a partir de un proceso llamado liofilización,lograron eliminar el agua y el alcohol para producir vino en polvo. Si bien loscomponentes bioactivos del vino se mantuvieron incólumes, lo que se perdió enel proceso fue el aroma y el sabor del verdadero vino argentino. Pararecuperarlos, los científicos utilizaron aromatizante de frambuesa y edulcorante,con excelentes resultados, según las pruebas realizadas al público.

Y ahora, la gran pregunta:¿Cuándo podremos probar en nuestras casas este nuevo invento argentino? Pronto,pero no lo suficiente, sobre todo para aquellos que no sólo somos amantes delvino, sino también un tanto ansiosos. Habiendo pasado con éxito las pruebas deaceptación del público, recién en dos años podría llegar a las góndolas de lossupermercados y, por qué no, también a las pequeñas y exclusivas vinotecas.