El gobierno de Uruguay ha decidido no presentarse como única sede del Mundial de Fútbol de 2030. Esta es una decisión tomada a raíz de la decisión de Argentina de retirarse de la carrera conjunta con Uruguay para ser ambas las sedes en las que se organizase dentro de dieciséis años el mundial que conmemoraría el centenario de esta competición que en su primera edición organizase y ganase el país sudamericano.

El propio presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Wilmar Valdez, admitió que su país ni puede ni pretende llegar a organizar en solitario un torneo que suele llevar tres semanas y que, en la actualidad, reuniría en el país un total de treinta y dos equipos y varias decenas de partidos.

Sencillamente el país sudamericano no tiene ni esa cantidad de estados de nivel mundial ni las infraestructuras necesarias como para llevar el peso total de la competición.

La idea original fue que esta competición tuviera lugar en el territorio de Argentina y la propia Uruguay, para conmemorar aquella primera final y por ser dos países con la suficiente proximidad geográfica como para que los partidos de la fase eliminatoria no supusieran grandes desplazamientos para los equipos. Sin embargo Argentina ha decidido retirarse de la carrera y en este momento la candidatura uruguaya está en punto muerto.

Esta noticia ha caído como un jarro de agua fría en muchos países, que ya empezaban a hablar de ese mundial en los mismos términos que en su momento se habló de las Olimpiadas de Atenas del año 2004, como una vuelta a los orígenes, una especie de regreso a casa tras un largo periplo por tierras lejanas.

No sería además la primera vez que este campeonato se celebra en más de un país a la vez. Fresco tenemos aún el Mundial de Corea y Japón del año 2002, en el que las selecciones cruzaron varias veces el mar que separa ambas naciones para enfrentar las habilidades de unos y otros en un campeonato que acabó siendo de los más emocionantes en mucho tiempo.

Los próximos meses dirán mucho sobre si esta candidatura obtiene alguna solución o se diluye hasta quedar en el olvido como lo que pudo ser y no fue.