Josh Smith está muy bien pagado. De hecho es uno de los jugadores con mejor sueldo de toda la liga y cobra casi el doble que cualquiera de sus compañeros. El sueldo de este jugador es de catorce millones de dólares por temporada durante cuatro temporadas. Un total de cincuenta y seis millones de dólares que resuenan en todo el The Palace of Auburn Hills, estadio en el que juegan sus partidos los Detroit Pistons, cada vez que este ala-pívot falla uno de sus tiros, lo cual por desgracia es más a menudo de lo que su abultadísimo sueldo parece indicar.
En estos momentos las estadísticas dicen que falla más de siete de cada diez tiros que intenta, lo cual en un jugador que se supone que ha de tener una enorme efectividad anotadora resulta inaceptable. Los fans de los Detroit Pistons empiezan a hartarse de semejantes estadísticas en anotación.
Ahora mismo es el jugador menos querido de la franquicia, pues con esos números y un sueldo tan alto recibe los odios de todos los aficionados, que empiezan a verle como el principal lastre para la mejora de un equipo que ya a día de hoy tiene un futuro alejado de los playoffs, en parte por su baja anotación. Muchos preguntan ahora por un posible traspaso, pero muy pocas franquicias quieren cargar con un jugador que representa un lastre.
La única capacidad que tiene la franquicia de librarse de él es cambiarlo por algunos jugadores y a cambio entregar algunas elecciones futuras en el draft que permitan que algún equipo acepte sacrificarse y tener en plantilla un jugador que tiene mayor sueldo de Kobe Bryant.
Los dueños de la franquicia apostaron fuerte por este jugador que ya la campaña pasada tuvo unos números realmente horripilantes.
Y eso a pesar de tener en ese momento en el equipo una pareja de interiores que resultaba más que competente, formada por Andre Drummond y Greg Monroe. Evidentemente, a no ser que en las próximas semanas o meses veamos un cambio radical, se trata de una de las peores decisiones en la NBA. Será posiblemente la peor decisión de la historia de la liga desde la segunda elección en el Draft de 1984, en la que los Trail Blazers eligieron a Sam Bowie por encima de Michael Jordan.