Los Golden State Warriors son ahora mismo uno de los grandes equipos de la Conferencia Oeste. De hecho en estos momentos son primeros en su conferencia y primeros en toda la liga de baloncesto profesional de Estados Unidos, lo que es mucho decir cuando por las canchas del país se están paseando monstruos como los Portland Trail Blazers, los Memphis Grizzlies o Houston Rockets y eso sin tener en cuenta a los del otro lado de país. Por el contrario, los Minnesota Timberwolves son uno de los peores equipos de la liga y el peor de la Conferencia Oeste, pues sencillamente no tienen absolutamente nada que hacer hasta que vuelva su jugador estrella y líder de la franquicia, el base español Ricky Rubio.

Hasta entonces son un equipo diseñado para jugar alrededor de un base sin un base alrededor del que jugar, con lo que sencillamente no tienen un esquema de juego con el que desenvolverse en la cancha y eso normalmente se acaba pagando con derrotas en cada encuentro.

Ya desde el inicio los Golden State Warriors hicieron uso de la mayor debilidad de los actuales Minnesota Timberwolves, la falta de su base titular Ricky Rubio, para ir poco a poco destruyendo su juego al evitar que pudiera haber circulación de balón, lo que poco a poco fue haciendo que las jugadas del equipo de Minneapolis se convirtiera minuto a minuto en un desarrollo cada vez más previsible, lo que hizo que no fuera difícil combatirlo.

Antes del descanso ya iban los Golden State Warriors ganando el partido por 58 a 48 y no tenía aspecto la cancha de que en los siguientes 24 minutos fueran a cambiar en exceso las cosas.

De hecho nada más empezar el tercer cuarto la distancia se volvió a ampliar y no tardó mucho en pasar de ser de 10 puntos a ser de 21, momento en el que ambos equipos fueron plenamente conscientes de que el partido se había acabado en la práctica y que podían empezar a preparar las maletas para los siguientes encuentros. Al final el marcador se fue hasta los 110 a 97 y los californianos siguieron con su paseo por la temporada regular.