Parece increíble, una verdadera historia de terror, una fábula donde la pelota quedó manchada. Se trató de la gran revancha del Superclásico por la Copa Libertadores de América, donde había en juego un boleto dorado para los cuartos de final de la máxima competencia. La novela de la trilogía de mayo comenzó siendo una fiesta, pero se transformó en una lamentable pesadilla.
Cuando iba a comenzar el complemento de la puesta en escena de La Bombonera, donde había un premio de un pase para inmiscuirse entre los ocho mejores, un irresponsable no tuvo mejor idea que tirar gas pimienta en la manga por donde los jugadores de River se disponían a ingresar al campo de juego y ahí se armó la hecatombe.
Por eso, por ese insensato hincha que ya fue identificado como Adrián Panadero Napolitano, Boca recibió su castigo, suave para algunos y duro para otros: quedar eliminado de la Libertadores 2015, además de cuatro encuentros internacionales a puertas cerradas, es decir sin público y una multa económica.
Ahora, como para seguir dándole al pobre desahuciado apareció una pena en el ámbito local. Deberá jugar sin la presencia de su gente en La Bombonera hasta el receso por la Copa América de Chile 2015, que subirá su telón el 11 de junio.
Volviendo a la puesta en escena fue un verdadero papelón, una vergüenza que replicó en todos los portales del mundo, y dejó a Argentina otra vez señalada como el culpable de un nuevo bochorno.
Y a Boca no se le puede arrojar la piedra, ya que si bien es cierto que en su hogar debe responsabilizarse por sus invitados, lo real es que en el ámbito doméstico los sucesos de violencia se repiten una y otra vez, y están lejos de ponerle punto final a esta historia.
Tristemente hoy la violencia puede ser rodeada de a ratos y amenazada de desaparecer, o simplemente tomarse un descanso, pero vuelve una y otra vez a ser la gran protagonista de la escena y cuesta creer que algún día será erradicada.
No sólo en nuestro país, sino en la mayor parte del mundo de la redonda, que solo quiere seguir dando vueltas alegre y no dejar más manchas.
Lo lamentable es que otra vez la violencia gana y un súper espectáculo como el que prometían Boca y River en el ámbito internacional termina definiéndose en un escritorio de la Conmebol. ¿Fue justo el castigo?